Al amanecer, un primer beso despierta sus sentidos.
Al mediodía, mezclan caricias y sabores en perfecto maridaje
de pasiones.
En el ocaso, son dos mares de voluptuosas olas desbordándose
en sus orillas.
Dos ventanas permanecen iluminadas. Tras la primera, espera
la inocencia; tras la segunda, la sospecha. Es noche cerrada.
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