Aunque su vida siempre estuvo
pendiente de un hilo, ella presidía nuestras sobremesas con su presencia
luminosa. Pero la última Nochebuena su vida se apagó dentro de la burbuja de
cristal y cantamos villancicos a la luz de las velas. A pesar de los leds,
siempre recordaremos su incandescente compañía.
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