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La margarita y la rosa
Cerca de una
alambrada,
que rodeaba un lujoso
jardín,
una humilde margarita
vino a nacer en
abril.
Contemplaba todos los
días
aquel exuberante
vergel,
envidiando a todas
las flores
que habían crecido en
él.
Sobre todo, entre las
flores,
llamaba más su
atención
una gran rosa
amarilla
por su tamaño y
color.
¿Por qué no seré yo
rosa,
en lugar de ser
margarita?
¡Qué daría por ser
grande
en vez de ser tan
chiquita!
Un día muy de mañana,
en cuanto los ojos
abrió,
se volvió hacia la
rosa,
pero a la rosa no
halló.
Alguien prendado
quedó
de aquella flor
llamativa
y con afiladas
tijeras cortó
la hermosa rosa
amarilla.
Nuestra amiga
margarita
a ninguna flor ya
envidió
y con el tallito encorvado
al fin de la
primavera llegó.
RIMAS CON MIGA
La noche y el silencio
nunca suelen reñir,
ella no ve lo que pasa,
él no lo puede decir.
La risa y la sonrisa
tienen el nombre cambiado,
la que tiene el son no suena,
la que no lo tiene, atruena.
Libertad y Libertino
no hacen buena pareja,
ella anda suelta en la calle,
él casi siempre entre rejas.
Los sentimientos son las semillas
y el corazón, el semillero,
que no crezcan malas hierbas
es cosa del jardinero.
Se le mueren los días al año,
como hojas secas al árbol,
pero el tiempo sigue sano
y nosotros enfermamos.
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