domingo, 19 de agosto de 2018

Una sombra a falta de luz



Poco tiempo llevaba Mirentxu en la casa cuando, ante el continuo descontento de la señora con el resultado de las coladas, tuvo que comentarle lo de Aritz, el niño cojito de los vecinos. La cara que puso doña Palmira fue la de alguien que observa revolotear una mariposa del tamaño de un elefante. Y conforme la muchacha le siguió contando que el rapazuelo brincaba sobre su única pierna como si esta poseyera un potente resorte, enredándose entre las sábanas hasta conseguir desprenderlas de las pinzas, Palmira continuó mirándola de hito en hito; y diríase que en su boca se agolpaban y morían las palabras sin ser pronunciadas, como si ninguna de ellas fuera capaz de transmitir con rigor el asombro del que la señora se hallaba presa. Lívida ante semejante noticia, no pudo impedir que el periódico resbalara de sus temblorosas manos. Mirentxu se agachó a recoger el ejemplar de la prensa local, en el que, abierto en la sección de “Casos sin resolver”, podía leerse: “Hoy, 10 de octubre, se cumplen 15 años de la desaparición de Aritz Olaizola, el niño de Lekuondo que nacido con una sola pierna…”

Foto de Cristina García Rodero



Las vecinas del tercero



Elena, alegre y exuberante pelirroja, ocupaba el tercero derecha y trabajaba de noche. María, una morena sencilla y discreta que vivía en el tercero izquierda,  estaba cobrando el paro.

Cuando los policías hallaron muerta a María en extrañas circunstancias, declararon sospechosos a todos los vecinos. A todos menos a Elena.



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Imperativo categórico


Tras varios meses "sine linea", la pluma se alojó entre sus dedos como un huésped apremiante y redactó mecánicamente aquella fatal misiva, dirigida "a quien corresponda". Después leyó detenidamente lo escrito de su puño y letra y, no teniendo nada que objetar, estampó su firma del calibre treinta y ocho.



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sábado, 4 de agosto de 2018

Madre esperanza



Mientras otros niños del sempiterno campamento juegan a la guerra con proyectiles de lodo, los  ojos de Nasim migran incansables de mujer en mujer. Sus oídos escudriñan el griterío; tal vez, en ese mar de voces logre escuchar la que anhela, y que ya no recuerda, llamándolo por su nombre.


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miércoles, 1 de agosto de 2018

Excluidos


Las palabras organizaron una gran fiesta. No invitaron al silencio pensando que él nada tenía que decir. Este, al enterarse, irrumpió en la sala haciendo gala de su gran manto, y las palabras, atónitas, enmudecieron. Después, satisfecho de su elocuencia, salió sigiloso. A lo lejos, vislumbró a su amiga soledad.


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Escrito por Juana Mª Igarreta para 


Cuaderno de bitácora

Por primera vez, el segundo de a bordo, temeroso ante la sorda amenaza de un tercero en discordia, comenzó a creer en la cuarta dimensión. Sobre todo cuando la "Quinta de Beethoven", hacia la sexta hora de travesía, anticipó el abordaje de aquella séptima ola que trajo al octavo pasajero.

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Escrito por Javier Igarreta para