Hoy es seis de julio, para mí un día
más. Haciendo un ejercicio de control emocional, me he propuesto pasar de los
sanfermines. Poner distancia me va a venir bien para centrarme en los estudios.
Estoy orgulloso de mi decisión, “todo un signo de madurez” ha dicho mi madre.
Aquí estoy, tendido de sol. ¡Perdón!,
tendido al sol quiero decir, pero es que la arena de esta condenada playa me
recuerda demasiado a la de la plaza de toros. Cambio de tercio y me sumerjo en
el mar, obviando la bandera roja. ¿He dicho roja? Las olas me persiguen
furiosas con sus crestas astifinas… ¡Buf!, no sé si es el calor o la chirrinta
de volver a correr en el encierro lo que me hace hablar tan raro. Me voy a tomar
algo. Bajo una de las vitrinas del mostrador del bar no tardo en ver un plato
de pimientos del piquillo; pero, ¡¿desde cuándo se parecen tanto a los
pañuelicos de San Fermín?! Alguien descorcha una botella de champán, me tapo
los oídos. Así no hay quien desconecte. Me vuelvo a Pamplona.
Estoy en mi habitación. Oigo la puerta
de la calle. ¡Mamá todavía estoy muuuuy veeeerde!, grito mientras me visto de
blanco.
Escrito por Juana Igarreta - Concurso microrrelatos Blogsanfermin.com
Relato finalista