sábado, 28 de octubre de 2023

Romance

Hace tiempo que en mi pueblo ya no viven ni los muertos, un ciprés cortado en seco y unas tumbas en el suelo yacen como mudos restos del antiguo cementerio. Aún, cuando sopla el cierzo o ventisquea el invierno, se escuchan sordos lamentos, después se encarga el silencio de acogerlos en su seno.

Ya ni llegan los viajeros, olvidaron el trayecto o ellos mismos se perdieron en los recodos del tiempo. Hace poco unos rockeros, con Harleys de mil doscientos,  dieron allí con sus huesos tras un blues a ras del viento. Vestían chupas de cuero y fliparon cuando vieron por la noche fatuos fuegos danzando como esqueletos. Fingieron retar al miedo, por no tener que temerlo, y amparándose en un rezo se enredaron con un credo. Los ángeles del infierno a toda marcha se fueron,  con sus motos color negro y el prestigio por los suelos.

Sólo un viejo lugareño, quijote en su campo yermo, se hace el sueco pese al celo de un fondo buitre extranjero que ambiciona su terreno. Es muy pobre, casi ciego y con vicios muy modestos, lo suyo es contar en verso el devenir de su pueblo, para que quede el recuerdo.


Imagen de Internet

Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: La eternidad.