lunes, 5 de marzo de 2018

El regusto amargo de las calabazas



Hacer una fiesta de Halloween aislados del mundo es arriesgado. ¿Quién iba a pensar que algún fantasma nos iba a encerrar, largándose después con las llaves? Seguro que fue tu marido, que propuso entrar sin teléfonos móviles en esta casa abandonada. Nunca le gustaron los asuntos de calabazas. Doy fe.

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In illo tempore



En las mañanas de invierno, la capilla del internado era un auténtico páramo y los jóvenes postulantes,  siguiendo las recomendaciones del prefecto, intentaban transformar su fervor espiritual en calor corporal. Entretanto, los piadosos frailes, parapetados al fondo del oratorio y flanqueados por estufas de gas, meditaban recogidos en místico duermevela.

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