viernes, 8 de diciembre de 2023

Desatino y destino

Cuántas veces, Don Julián, el profesor de Tecnología le repitió aquello de: “nunca llegarás a nada en la vida”. Bernardo ya era por entonces un muchacho engreído y pagado de sí mismo. Se tenía por muy listo y pensaba que, a nada que se dejara acariciar por la suerte, todo jugaría a su favor. Por simple inercia.

El paso del tiempo le fue consagrando como un cualificado don nadie, eso sí, con una gran capacidad para la amargura. Y, faltaría más, con un escogido elenco de culpables de su frustrado apogeo. Un día, súbitamente atacado por una sobredosis de sinceridad, ya no fue capaz de seguir alimentando su propia farsa. Inmune a cualquier sentimiento de autocompasión, sucumbió a un fatal impulso. Se encaramó al alféizar de la ventana, cerró los ojos y… “se acabó”, acertó a mascullar mientras caía.

Unos pisos más abajo, un edredón con aroma a lavanda se secaba al sol sobre el tendedero. Su providencial intercesión amortiguó la caída acogiendo en su cálida espuma un súbito amago de arrepentimiento. Pese a todo, el batacazo fue de órdago. Entre dentelladas de dolor y un difuso ramalazo, Bernardo apenas pudo albergar el estupor de sentirse vivo.


Imagen de Internet

Escrito por Javier Igarrreta para ENTC - Propuesta: Se acabó