El padre de Anita murió en un accidente de coche. Ella creció en un baile de brazos entre su madre y su abuela. Cuando esta última empezó a perder la cabeza confundía a menudo a la hija con la nieta.
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El padre de Anita murió en un accidente de coche. Ella creció en un baile de brazos entre su madre y su abuela. Cuando esta última empezó a perder la cabeza confundía a menudo a la hija con la nieta.
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A Marta ya le mosqueó su actitud cuando entraron juntos en la estación. No era la primera vez que encontraba un tipo así. Él le cedió el paso con afectada galantería y Marta esbozó una media sonrisa. Cuando volvieron a coincidir más tarde en el tren de cercanías, ella trató de ignorarlo concentrándose en el móvil. Pero él parecía empeñado en seguir con su particular juego y se situó estratégicamente. Dos estaciones más adelante Marta levantó la vista y se topó con aquella mirada de cernícalo clavada en ella. De pronto vio subir a Lucas, aquel orteguiano de pro, siempre a la expectativa, y se le abrió el cielo. Súbitamente olvidó sus reticencias y se abrazó a él que se dejaba querer con cara de circunstancias. Enmarcado al fondo del vagón semivacío quedó aquella mirada despectiva que intentaba diluir su frustración más allá de las ventanillas.
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Aquella mañana alguien esperaba en la entrada del Banco Sumitomo. Sentado en los escalones, tal vez consultaba la hora en su reloj Seiko, sin saber que estaba a punto de convertirse en una sombra.
Sombra humana grabada en piedra - Bomba Hiroshima - Imagen de Internet |