sábado, 10 de septiembre de 2016

Ibrahím



Daniela pedalea enérgicamente en la bicicleta fija del parque. De vez en cuando mira de reojo a Ibrahím, que a pocos metros de ella ejecuta ejercicios evocando con su atlética figura la de los deportistas olímpicos. Y en verdad Ibrahím es todo un campeón, ya que su vida viene siendo una interminable carrera de obstáculos. Para huir de su país natal, en el que vio naufragar sus escasos planes de futuro en un cenagal de injusticia y desesperanza, ha tenido que demostrar ser un extraordinario corredor velocista, sortear altísimas vallas coronadas de afiladas cuchillas y ocultarse como un experto escapista en las situaciones más inverosímiles.

Nunca olvidará la noche en la que tras hundirse su maltrecha lancha neumática consiguió junto a otros compañeros alcanzar la costa. Desde entonces puede vérsele de feria en feria, siempre dispuesto a batir su propia marca cada vez que, en las agónicas jornadas de vendedor furtivo del top manta,  debe salir huyendo del control policial.



 
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