viernes, 30 de septiembre de 2022

Mutus Dedit Nomen Cocis

¿Quién va a imaginar que la grieta de una piedra de un parque oculta una joya? Cuando el sol incide con sus rayos en el pequeño diamante que corona la sortija, multitud de reflejos irisados surgen de la oquedad.

Laura presenciaba una tarde en la calle cómo un apuesto mago realizaba un sinfín de juegos con una baraja española; en un momento él la invitó a que escogiera mentalmente dos cartas de las veinte que estaban dispuestas sobre la mesa. La joven anotó su elección en un papel y lo guardó en su cartera. Cuando, tras haber mezclado los naipes varias veces, el prestidigitador adivinó cuáles eran los que figuraban en la nota, ella dejó escapar una exclamación de asombro. El mago se ofreció a desvelarle las claves de aquel juego de nombre impronunciable. Laura accedió y la magia los hizo abrazarse bajo la luna pocos trucos después. Pero pronto se rompió el hechizo y a la muchacha las caricias de él se le antojaron caras. Al escabullirse del ilusionista el anillo que bailaba en el dedo corazón de ella salió despedido.

A Laura no le queda ninguna duda, ¿quién mejor que un mago para hacer desaparecer cualquier cosa?


Imagen de Internet


Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: Naipes o extranjeros



Envido

Se alistó muy joven en la legión extranjera. Ser soldado de fortuna implicaba ir a por todas. Incluso con las cartas marcadas. O jugando de farol. A veces era difícil saber a qué carta quedarse. Nunca olvidaría aquella ocasión. Era evidente que llevaban las de perder, pero les obligaron a jugársela. Todo o nada. De pronto el enemigo no era tan manco como se presumía. Ahora iba de mano. El general se negó a poner las cartas sobre la mesa. Se limitó a esbozar una maquiavélica sonrisa. Tras observar la línea del frente sacó un as de la manga. Una estratégica jugada trufada de laxitud moral. Demasiadas bajas, manifiestamente evitables. En resumen, daños colaterales. Harto de tahúres de salón, Albert rompió la baraja.

Años después, aún tuvo un ramalazo de idealismo. Concedió una baza a la utopía y se enroló con los que buscaban la playa bajo los adoquines. Pero pintaban bastos.

Siguió tentando a la suerte en una destartalada taberna de Saint Denis. No era un lugar muy propicio para la gloria pero lo regentaba un viejo camarada griego. Compartían recuerdos, olvidos y a Moustaki. Más de una noche, entre pastís y pastís tarareaban “Le Métèque”.


Imagen de Internet

Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Naipes o extranjero

sábado, 10 de septiembre de 2022

Visitas asfixiantes

Cómo vas a esperar que alguien envuelto en sombra y sigilo irrumpa en tu casa una noche de verano; y que tú, paralizado por la sorpresa y el miedo, seas incapaz de emitir siquiera un grito mientras sus manos te oprimen el cuello con fuerte determinación; y que ese cielo cuajado de infinitos puntos luminosos, que observabas hace unos momentos a través del balcón entreabierto, sufra un repentino apagón.

No ver nada, no oír nada, no sentir siquiera dolor, hace que te preguntes si todavía estás vivo; y si en caso de no estarlo sería posible recordar que lo estuviste.

Sumido en esa nada ensordecedora donde el tiempo y el espacio se desvanecen,  percibes, de pronto, el ingrávido roce de unas minúsculas patitas sobre tus labios; una cosquilleante certeza de vida que agradeces con emoción inconmensurable. Alegría que desaparece en segundos cuando tomas conciencia de que, preso en un cuerpo inmóvil, no puedes impedir que el bichito se afane en explorar el interior de tu boca, muy a tu pesar, abierta.


Imagen de Internet

Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: Bichos o balcones

Relato seleccionado para el libro de ENTC año 2022

Una plaza con solera


La plaza nació como triángulo trapezoidal. Un aborto del urbanismo, junto al río. En la antigua huerta de las monjas. Algún cronista incluye un cementerio. Un aluvión de gente de pueblo dio sentido al descabellado proyecto. Los balcones se llenaron de flores y pájaros enjaulados. Una ajustada metáfora del agridulce sinvivir del animado núcleo poblacional. Después daría paso a un abigarrado microcosmos, en consonancia con la heterogénea procedencia de sus nuevos moradores. “Demasiado cambio”, decía una vecina de enfrente. Siempre me chocaron los ademanes ceremoniosos con que acariciaba a su gato sobrealimentado. Alguien me comentó de su afición al esoterismo.

Hoy me despertaron unas luces oscilantes, la ambulancia, pensé. Asomado a mi ventana vi coches de policía. Ayudados por los bomberos accedieron a la vivienda. La señora había activado su alarma, pero no estaba allí. Tampoco el felino. De pronto, alguien la vio encaramada en una lámpara. Reducida a su mínima expresión emitía un ultrasonido que aumentaba de intensidad al chocar contra la ventana. Amparada en el secreto de sumario volvió a su ser. El felino salió de su encierro. Aún pasean al anochecer junto al río. Ella cantando a la luna, el gato, triste y azul.


Imagen de Internet


Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Bichos o balcones

viernes, 2 de septiembre de 2022

A través del tiempo

Huérfano de madre, Toñín atesoraba una larga lista de trastadas. Todos culpaban a Lorenzo, su despreocupado progenitor, que sólo se sintió afectado cuando desapareció el Roskopf. Aquel reloj permanecía guardado como oro en paño. El abuelo lo había traído del frente, tras rescatarlo del pecho destrozado de un camarada.

Fue precisamente Toñín quien, quizás excesivamente alarmado, constató la falta del peluco, desechando a renglón seguido su culpabilidad. El incidente, por otra parte nunca aclarado, precipitó los acontecimientos, haciendo que finalmente Lorenzo aprovechara los buenos oficios de don Ramón, el cura del pueblo.

Ya en el internado, Toñín escuchó una tarde una propuesta de Inocencio, un muchacho al que todos evitaban. Tras un instintivo escalofrío aceptó su reto de “un viaje al fin de la noche”. Antes del amanecer descendieron hasta el inframundo del complejo asistencial. Una luz mortecina apenas si iluminaba el suelo mucilaginoso del laberíntico sótano, donde el murmullo de las cañerías hacía de contrapunto al cuchicheo de las ratas. Abducido por el crescendo de un insistente tic-tac, Toñín encontró acomodo en un recinto acerado, junto a los zombies que activaban frenéticamente el vaivén del tiempo. Tras el cristal craquelado del artefacto amanecían lejanas llamaradas bélicas.




Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Hermanos o relojes