jueves, 30 de enero de 2014

Reserva cancelada



Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos de la mesa del centro. A pesar de la reserva, tampoco acudirían.
Comió en la cocina del pequeño restaurante con la mirada perdida entre los límites de un solo azulejo, masticando y bebiendo mecánicamente cual muñeco de cuerda.
Después, dando un vistazo rápido al local, sintió que los recuerdos, teñidos de nostalgia, pesaban en su interior como esculpidos en plomo.

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Antes de cerrar, retiró el letrero de “Abierto” que colgaba de la puerta, colocando en su lugar una nota diciendo: “Cerrado por defunción”.

viernes, 24 de enero de 2014

Flores sobre la tumba



Como cada 23 de enero desde que murió Julia, hacía ya cinco años, Juan se dirigió al cementerio con un ramo de rosas rojas. Aquel día la ciudad amaneció vestida de blanco. El sol negaba su brillo parapetándose tras las nubes, por lo que todo hacía presagiar que aquel manto níveo, tejido copo a copo durante las gélidas horas de la noche, iba a ser duradero.

La puerta del cementerio ya estaba abierta, pero Juan no fue capaz de distinguir ninguna huella sobre el albo suelo que le confirmara de alguna presencia anterior a la suya en el lugar.


Imagen de internet
 http://www.panoramio.com/photo/42575310

Al llegar a la tumba de Julia le sorprendió hallar sobre la misma un ramillete de pequeñas flores surtidas que, frescas y lozanas, aparecían sin cubrir por la nieve. Colocó el ramo de rosas en el centro de la lápida para, seguidamente, coger el ramillete de flores menudas, pudiendo leer en el reverso del lazo que las sujetaba: “Una flor por cada momento compartido. Gracias, cariño”.

Juan, desconcertado, no pudo evitar que le embargara una cierta sensación de desasosiego y, dando un pequeño rodeo a la sepultura, vio unas claras huellas de pisadas que dibujaban el largo camino de la duda. 



sábado, 18 de enero de 2014

Una palabra equivocada



Pero esta vez, ella lloró. Cuando dejó su país de origen, hacía unos pocos meses, no derramó ni una lágrima ante su familia que salió a despedirla.

Después llegaron días de soledad y decepción, de promesas incumplidas que fue resistiendo como una roca aguanta los embates del mar. 

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Aquella mañana presentó al carnicero el vale de Cáritas que le había proporcionado el párroco, al tiempo que le pedía algo de ternura. El carnicero, sin dudarlo un momento, abandonó el mostrador y la abrazó cariñosamente.

Nunca hubiera imaginado que una palabra equivocada pudiera tener consecuencias para el corazón.

miércoles, 15 de enero de 2014

lunes, 13 de enero de 2014

Cambio de turno



Lo vio muy de mañana sentado en la calle sobre una pequeña manta de cuadros que le era muy familiar y con un pequeño cartel sobre sus piernas. Altiva,  apartó la vista encaminándose calle arriba con paso firme sobre sus zapatos de tacón de aguja, contoneando su esbelta figura y haciendo un alto de vez en cuando ante los escaparates de las tiendas de lujo que le devolvían su espléndido reflejo…












Caía la tarde cuando salió de los baños públicos, limpia de maquillaje, recogida su melena en un maltrecho moño y calzando deportivas de mercadillo. Miró calle abajo y, confirmando que él ya se había marchado, extendió su manta.

domingo, 5 de enero de 2014

El secreto de Nochebuena

Todos los años en Nochebuena, antes de cenar, los niños del pueblo mayores de diez años tenemos una cita en casa del Mago José. Nuestros padres no lo saben. Habiendo cumplido diez años uno ya sabe guardar un secreto. Además, aunque estemos mucho tiempo en su casa, nunca llegamos tarde a cenar.
El Mago José nos reúne alrededor del fogón de su viejo comedor. Saca del bolsillo una extraña llave y todo lo que toca con ella queda paralizado. En unos segundos su destartalada casa enmudece. Y nosotros con ella. Cesa el crujir del suelo y dejan de chirriar puertas y ventanas. Tal es la quietud que hasta el espejo se vuelve opaco por momentos y pierde los reflejos. Cuando el Mago José termina la sesión de magia se desvanece envuelto en humo blanco.



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Ayer escuché a mi madre decir a mi padre: “Mañana, Nochebuena. ¿Cuántos años hace que desapareció aquel chico que quería ser mago? De niño siempre pedía a los Reyes un juego de magia. Nunca se lo trajeron. Sus padres estaban demasiado ocupados trabajando”.
Estuve a punto de romper el secreto, pero me mordí la lengua. Yo también he pedido a los Reyes un juego de magia.

miércoles, 1 de enero de 2014

COSA DE MAGOS


—Dígame, ¿quién llama?
—Soy Lucas Aranda y le llamo de Movifone, ¿es usted don…?
—Soy el Rey Melchor
—Le felicito por su gran sentido del humor…
— Perdone, pero voy camino de Belén y no tengo tiempo que perder…
— ¿Usted se quiere quedar conmigo…?
— ¿No le estoy diciendo que tengo mucha prisa?, dígame de una vez qué es lo que quiere…
—Sea usted quién sea, quiero darle una buena noticia…
— Perdone, supongo que la Buena Noticia es que ha nacido el Mesías…
—Veo que se toma muy en serio esto de la Navidad. Como le he dicho antes, soy Lucas Aranda y le llamo de  Movifone  para ofrecerle nuestra Oferta Estrella,  que estoy seguro usted no querrá perderse…
— Disculpe, pero ya tenemos una estrella que nos guíe. Vengo siguiéndola desde Oriente junto a mis compañeros Gaspar y Baltasar;  ella nos conducirá hasta Belén y no tenemos ningún miedo a perdernos. Y ahora tengo que dejarle, me están esperando.

 
Foto: Juana Mª Igarreta


Durante la cena de Nochebuena no escuché que sonaba el móvil. Siempre lo dejo en la mesita del recibidor, aunque en ella por Navidad esté puesto el Belén.