viernes, 13 de diciembre de 2019

Papiroflexia

“Aún recuerdo aquel beso que nos dimos en la boca del metro. Lástima que fuera el final de lo que pudo ser un buen principio. No hace mucho te encontré en un suplemento cultural, como figura emergente del arte efímero. Siempre fuiste aficionada a construir castillos en el aire. Mi vida sigue anclada en la rutina y en mis exiguas rentas. A veces me gano un extra paseando perros por Chamberí. Por supuesto con pedigrí. Por lo demás, sigo fiel a la música barroca y siempre que escucho a Bach, me acuerdo de ti.”


Como manera de exorcizar el aburrimiento, vertía de esta guisa recuerdos y vivencias que, aunque con vocación de carta encontraban su destino en la papelera. Pero aquel día, por arte de papiroflexia, las palabras se le fueron de las manos y surcaron el cielo azul, pasajeras de un avión de papel. Sin duda la nostalgia llegó a un acuerdo secreto con la distancia y el tiempo para que aquel ultraligero llegara raudo a Lisboa, para posarse en el suelo de la estación de Alfornelos, cuando aquella joven artista terminaba su perfomance al son de “Badinerie”.

Metro Lisboa - Línea azul


Alada obstinación

Una moscarda azul lleva días instalada en el salón de mi casa. Sabedora de que estos insectos están disminuyendo, lo que al parecer es una clara evidencia del cambio climático, he aprendido a mirarlos con cierta consideración. Antes, su sola presencia desencadenaba en mí una intensa sensación de repelús y, pertrechada de escobón o bayeta de polvo, encaramada sobre las sillas o inspeccionando bajo los muebles, no cejaba en su persecución hasta hacerme con la presa. Ahora, a mis ochenta años, con la ventana abierta y suaves movimientos de mis manos, intento persuadir a esta criatura para que recupere su libertad; ella, obstinada, se resiste una vez tras otra y sigue jugando al escondite, a veces llenando la estancia de un grave zumbido.

Esta mañana un tímido rayo de sol se cuela entre las cortinas impactando sobre “Azul”, uno de los libros que habitan la estantería. La moscarda se ha posado en él, exhibiendo su brillante caparazón aturquesado y las transparentes filigranas de sus alas. Yo me pregunto, ¿estará ya jubilada de su función polinizadora? He leído también que ayudan a la descomposición de los cadáveres. Espero que no sea el mío.

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