martes, 6 de julio de 2021

Sanferminera


El alcalde de Pamplona  lo dijo así de claro: “Muy a mi pesar, me veo obligado a suspender las fiestas de San Fermín de este año 2021”. Estas palabras que disparó al punto de la mañana el viejo aparato de radio, cuyo volumen endiablado parecían manejarlo unas manos invisibles, impactaron como proyectiles en los oídos de Sátur, nublando irremediablemente su mirada. Acodada en el alféizar de la ventana se asomó al interior de sus recuerdos y, envuelta en un tsunami  de nostalgia, una vertiginosa sucesión de imágenes ocupó su mente: Sátur niña, escapando de Caravinagre presa de un temor emocionante; Sátur joven, bajo el hechizo de los fuegos artificiales degustando besos con sabor a kalimotxo; Sátur madre, de gaupasa en el sofá esperando el milagro de la aparición de los hijos; Sátur abuela, bordando en plata el nombre de su primer nieto en un pañuelico rojo.

Cuando se sobrepuso, algo avergonzada, murmuró por lo bajo: “Con la que está cayendo y yo tan mayor dejándome  llevar por estas sensiblerías… Mejor que no se entere nadie”. Luego cerró la ventana y se dirigió al santo que presidía la biblioteca: “¿Qué tal si sacas tu capotico y nos libras ya de este morlaco?”.




Escrito por Juana Igarreta - Certamen Microrrelatos Blog San Fermin


lunes, 5 de julio de 2021

En blanco

"Ya es oficial, por segundo año consecutivo las fiestas de San Fermín brillarán por su ausencia".

Así empezó su homilía dominical don Anacleto, a la sazón párroco de San Agustín, antes de quedarse en blanco, con los ojos llorosos y la vista clavada en el confesonario del lado del evangelio. Allí desnudaba su alma, Alejandra "la zamba", carbonera de Navarrería, toda una vida faenando entre los montones de leña y el fondo berrendo en negro del carbón de encina.
Cuando don Anacleto volvió en sí, el coro finalizaba un motete, oportunamente intercalado para cubrir su espantada. Esperando que retomara el hilo, la nutrida concurrencia concentró su mirada  en el rostro enrojecido del párroco, que mirándolos de hito en hito buscaba a Rosendo, zagal malencarado y levantisco que siempre le llamaba "padre", con aquel tono tan mordaz. Debido a las "no fiestas", las costilladas serían contadas y el carbón de Alejandra  quedaría a la espera de los rigores del invierno. Y pensó Don Anacleto:  "Qué cosa más cristiana que hacer la vista gorda ante la flaqueza humana". Al fin y al cabo, a cuánto podía ascender lo sustraído de los cepillos? ¡Jodido Rosendo!


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viernes, 2 de julio de 2021

Plenilunio

Lucía no sale de su asombro. Acaba de enterarse en un programa de ciencia de que la Luna es hija de la Tierra. Que hace millones de años un gran asteroide impactó en nuestro planeta y provocó el desprendimiento de un trozo del mismo, dando origen a nuestro enigmático satélite. Cautivada por el descubrimiento, hoy no se tomará la pastilla para dormir. Es noche de luna llena y prefiere soñar despierta.

Son las tres de la mañana. Lucía, embargada de plenilunio, anota en su pequeña libreta las múltiples sensaciones que brotan en ella bajo la gran esfera plateada. De pronto, un golpe seco proveniente del patio de luces del edificio la saca de su embeleso. Se asoma y ve, sobrecogida, que un cuerpo yace inmóvil sobre el cemento. Chilla, pero las ventanas permanecen cerradas. Sobreexcitada y presurosa baja las escaleras, golpeando en cada piso cada puerta. Los vecinos, hasta hace unos momentos reos de Morfeo, la observan perplejos. Unos, incrédulos, se frotan incesantemente los ojos. Otros, mitigan su tambaleo apoyándose en la pared del pasillo. Pero todos permanecen paralizados escuchando el fatal suceso que a voz en grito narra una y otra vez Lucía “la Mudita”.


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Escrito por Juana Igarreta para Esta Noche te Cuento - Propuesta: El asombro y la sorpresa