jueves, 18 de abril de 2019

VERDE MUSGO


Con la primavera a la vuelta de la esquina, nuestro viejo profesor de literatura se olvidó por una vez de “Alicia en el país de las maravillas” y, en un rasgo de asombrosa originalidad, nos puso de tarea una redacción para que nos explayáramos por los fértiles parajes del color verde. Remilgado como era, nos advirtió encarecidamente que evitáramos lo prosaico, más todavía el mal gusto, y así con sucesivas acotaciones nos fue marcando la pauta para que nuestra desbocada imaginación fuera a parar al huerto de la exuberante fronda primaveral. Yo me sentía un tanto remiso a transitar por sendas, por otra parte tan trilladas y, mientras me estrujaba la sesera buscando matices del verde menos pedestres, contemplaba el nervioso deambular del profesor, tan pulcro y aseado él, sin poder evitar imaginármelo en sus, según algunos, frecuentes paseos por el parque, que le habían acarreado, sin duda injustificadamente, cierta sombra de viejo verde.

lunes, 8 de abril de 2019

Una tragedia increíble

Nereo, el anciano dios de los océanos, ha sorprendido a Tetis ovillada en el fondo marino. La joven nereida teme desvelar a su padre el motivo de su desolación. Ella, avezada socorrista de los más intrépidos argonautas, la pasada noche desoyó las voces desgarradas que imploraban su auxilio. Y el mar, tan calmo y solícito a veces, obró con la mayor fiereza, haciendo de sus aguas un dantesco escenario. ¿Quién creerá a la ninfa si cuenta que presenció a la imponente Hidra recoger despavorida sus múltiples cabezas de serpiente, al ser rodeada de un sinfín de restos humanos? Y si dice que vio el ojo de un cíclope colmarse de colosales lágrimas, cuando sumergiendo sus titánicas manos las llenó de fragmentos de una infortunada patera, ¿quién dará crédito a sus palabras?

Rojo de rabia

Me la encontré en la estación de cercanías. Cuando me pidió la hora, intuí que solicitaba mi ayuda, sobre todo al reparar en la presencia de aquel individuo malencarado que nos observaba atentamente. Le sugerí acudir al policía que patrullaba la estación, pero ella rechazó la idea con un expresivo ademán de sus ojos y, aprovechando la algarabía tras la llegada de un tren, salió a toda prisa indicándome que la siguiera, cosa que hice vigilando subrepticiamente al “sospechoso”. Ella me esperó en una bocacalle, y casi me empujó hasta el interior de un café destartalado. Allí simuló derrumbarse, mientras me hablaba acongojada de antiguas correrías, deudas pendientes y supuestas amenazas; pero de pronto se levantó, como movida por un resorte. Fue demasiado tarde, cuando una sospecha hizo que me palpara compulsivamente los bolsillos. Salí tras ella y aún pude verla, arriesgando su vida en medio del tráfico, acompañada del tipo aquel. Enrabietado ante un semáforo que “jugaba siempre al rojo”, comprendí que mi gesto de viejo “cruzrojista” me había jugado una mala pasada. Por no hablar del carmín de aquellos labios.

Imagen de Internet
Escrito por Javier Igarreta para ESTA NOCHE TE CUENTO (inspirado en el color rojo)