lunes, 5 de julio de 2021

En blanco

"Ya es oficial, por segundo año consecutivo las fiestas de San Fermín brillarán por su ausencia".

Así empezó su homilía dominical don Anacleto, a la sazón párroco de San Agustín, antes de quedarse en blanco, con los ojos llorosos y la vista clavada en el confesonario del lado del evangelio. Allí desnudaba su alma, Alejandra "la zamba", carbonera de Navarrería, toda una vida faenando entre los montones de leña y el fondo berrendo en negro del carbón de encina.
Cuando don Anacleto volvió en sí, el coro finalizaba un motete, oportunamente intercalado para cubrir su espantada. Esperando que retomara el hilo, la nutrida concurrencia concentró su mirada  en el rostro enrojecido del párroco, que mirándolos de hito en hito buscaba a Rosendo, zagal malencarado y levantisco que siempre le llamaba "padre", con aquel tono tan mordaz. Debido a las "no fiestas", las costilladas serían contadas y el carbón de Alejandra  quedaría a la espera de los rigores del invierno. Y pensó Don Anacleto:  "Qué cosa más cristiana que hacer la vista gorda ante la flaqueza humana". Al fin y al cabo, a cuánto podía ascender lo sustraído de los cepillos? ¡Jodido Rosendo!


Imagen de Internet



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