Hacer una fiesta de Halloween aislados del mundo es
arriesgado. ¿Quién iba a pensar que algún fantasma nos iba a encerrar,
largándose después con las llaves? Seguro que fue tu marido, que propuso entrar
sin teléfonos móviles en esta casa abandonada. Nunca le gustaron los asuntos de
calabazas. Doy fe.
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