jueves, 16 de junio de 2022

Trueques

Se juraron amor eterno en la capilla del asilo. Fue una tarde en que, después de la merienda, aceptaron el chantaje de la celadora. A cambio de unos momentos de exclusividad en el oratorio, él entregaría su pajarita de seda. Ella, una vieja estilográfica, pese a la mirada depredadora de la chantajista sobre su anillo de oro. Ejerció como testigo, el cirio pascual. Su llama temblaba rebosante de complicidad.

Pero no hay más cera que la que arde y, en esos lugares, el tiempo es un tanto volátil.
El juramento quedó anclado en el mismo olvido que trocaría sus sonrisas en gestos sin alma.
Ella pasa las horas con la mirada extraviada en el vacío de su dedo anular, mientras acuna en su regazo, una pajarita arrugada.

Imagen de internet

No hay comentarios:

Publicar un comentario