lunes, 20 de junio de 2022

Crónica de sucesos

Tras la tormenta, un silencio oscuro se instala en el desván. Los truenos que acompañaron los gritos se escuchan lejanos y un relámpago fugitivo agita la melena. De pronto, una brusca oscilación en el hilo disuade a la araña de su empeño fabril. El crujir de la madera y un espasmódico balanceo de la soga que cuelga al lado, la ponen en guardia. Escasa de empatía, mira con desdén cuerda abajo. El desenlace pende, convulso, del nudo.

La quera desconoce las leyes de la física. Sigue a lo suyo. Erre que erre. Ignora que su incansable labor está a punto de agotar la resistencia de la traviesa. Al fuerte crujido sigue un impacto y, alarmados, acuden la madre y el hijo. Reconocen en la penumbra al monstruo inerte. A través de un ventanuco reparan súbitamente en las culebrinas que, como carantoñas de luz, acarician, desde la distancia, sus lágrimas.




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