Un señor con levita que se
parece a Pushkin me ha traído esta mañana el butano:
—¿Por qué viste de esa
manera?, —le he preguntado yo, perpleja.
—Porque así consigo hacer
que las bombonas sean menos pesadas, —me ha contestado él, resuelto.
—¡Entonces es usted un
verdadero mago!, —le he dicho sin salir de mi asombro.
—Sí señora, pero todavía
no he dado con el truco para poder trabajar de lo mío, —me ha replicado, ya por
último, con semblante compungido.
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