viernes, 12 de junio de 2020

Tomando medidas

Corrían los años cincuenta cuando Irene dejó el pueblo. Llegó a la ciudad con un costurero y una promesa de futuro en su vientre redondeado. Se instaló en casa de doña Paca, una anciana rica en patrimonio y soledad. El acuerdo fue claro: Irene asistiría a la señora hasta el final de sus días, y a cambio doña Paca ayudaría a la joven a salir adelante.

En poco tiempo Irene inauguró su taller de costura, en el que una mañana se precipitó Lucía, que encontró la luz al ritmo galopante de una máquina Singer. Su cálido cordón umbilical fue sesgado por el frío acero de unas tijeras de modista.

El taller de Irene fue creciendo y Lucía también. Cuando esta volvía del colegio, su madre la requería entre las telas. Pero Lucía, que ya leía a Machado, no hallaba dedal a su medida, y prefería aprender la métrica de los versos. Doña Paca, agazapada tras los generosos pliegues de sus párpados, escuchaba el impacto de objetos contra el suelo.

Cuando murió la señora, Lucía le dedicó un sentido poema de agradecimiento. De los sorprendidos ojos de Irene, todavía húmedos por la pérdida, surgieron nuevas lágrimas. Ahora, de comprensión.


Imagen de Internet 

2 comentarios:

  1. Una texto muy bien trabajado y una historia singular y atractiva. Me ha encantado

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  2. Aunque ya lo hablamos, mil gracias, Adela, por tu generosa valoración del micro. Besos.

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