viernes, 12 de junio de 2020

Ética versus estética

Todavía recordaba su primera cámara. Una de aquellas de plástico que daban a cambio de cuarenta envoltorios de chocolate. Aquel chocolate terroso de las meriendas. Tras los balbuceos iniciales pasó su sarampión fotográfico entre acontecimientos familiares y el entusiasmo redundante por los paisajes. Largos años de profesión fueron forjando en él una reconocida militancia contra la inercia del olvido. A veces recordaba lo que decía un viejo colega: “Bajo la superficie de la realidad, late la verdad íntima de las cosas”. Le costó tiempo y dinero convencerse de que la cámara solo es una herramienta, lo que importa es la mirada. Pese a una trayectoria salpicada de premios, nunca había sentido que una de sus instantáneas hiciera clic en su ser más profundo.

En su enésimo viaje por África, se vio inmerso en una escaramuza mientras descansaba en una pequeña aldea. Cuando cesó el tiroteo, descubrió a pocos metros la mirada agonizante de una niña destrozada. Subyugado por aquellos ojos, suplicantes a la luz del atardecer, empuñó su Leica y disparó varias veces, encelado con aquella terrible belleza. Solo después comprobó desolado que la niña estaba muerta. La “Foto del año” fue su última foto.


Imagen de Internet
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 IIii

 Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Tema la fotografía

 


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