Entre miraditas y sonrisas deshojaron
la primavera. Para mediados del verano recogieron su cosecha de caricias. El
otoño les sorprendió en plena embriaguez de besos, pero solo con los primeros
fríos del invierno descubrieron el fuego. Desde entonces continúan atizando las
brasas y, a veces, hasta se equivocan de estación.
Escrito por Javier Igarreta para
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