Llamó pidiendo ayuda a mi puerta una mañana. Nos
entendimos enseguida con la mirada. Ella necesitada un techo y comida; yo, después
de terminar con Nadia, estaba solo.
Al principio, me alegró constatar que aprendía
rápido. Luego, esa alegría se tornó sospecha y me puse a investigar: La pillé
con un diccionario en la mano, abierto en la página de “auxilio”.
Si veo que su arrepentimiento es sincero, en
premio, podrá volver a caminar libre por la casa.
Imagen de Internet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario