Salen
sigilosamente de las habitaciones de sus hijos cada noche, después de compartir
con ellos la lectura de un cuento. Un cuento que decore sus sueños
salpicándolos de fantásticas aventuras, en las que el príncipe del bien acaba derrotando al monstruo del mal. Un cuento que contar a sus compañeros
de mesa, aderezando de ilusión y esperanza cada plato, que cada mediodía, desde
hace ya demasiado tiempo, les sirven en el atestado comedor social del barrio.
Foto de internet |
Duro relato Juana, muy del estilo al mio. Por desgracia mas común de lo que parece, y mas ingrato e inaudito, en los tiempos que corren, de lo que debiera.
ResponderEliminarBuen intento,
Saludos.