miércoles, 17 de septiembre de 2025

Desirée

Teresa nace con el don de la belleza y la condición de la pobreza. Apenas cumplidos los dieciocho, decide valerse de lo primero para corregir lo segundo.
Ahorrándose las despedidas y con la maleta llena de determinación abandona su recóndito pueblo y se dirige a una gran urbe.
Mientras encadena trabajos precarios, consulta al oráculo de la IA y tunea su cuerpo de acuerdo a las últimas tendencias. Consigue en un tiempo récord manejar las herramientas necesarias para alcanzar su objetivo: ser una megainfluencer de moda. Para ello se esconde bajo el nombre de Desirée. Su seductora imagen no tarda en hacerse viral, levantando pasiones en empresas y particulares.
Firma un contrato millonario con una marca puntera de cosméticos que mantiene durante años. Hasta que aquejada de gerascofobia comienza a someterse a continuos estiramientos de piel.

Esclava de su apariencia y alimentándose básicamente de likes, enferma gravemente.
Una mañana la empleada doméstica encuentra el cuerpo sin vida de Desirée con una foto de una jovencísima Teresa en la mano.

El holograma de la influencer siguió en las pantallas anunciando productos de la marca de cosméticos  hasta que la empresa cerró.

sábado, 13 de septiembre de 2025

Claustrofobia

Siendo apenas un latido se sintió rechazado. Como si fuese un entrometido. A decir verdad, solo era el resultado fortuito de una relación sobrevenida. Algo puramente circunstancial.

Pese a todo se adaptó sin problema al tibio colchón de agua.

Inevitablemente, al paso de las semanas su situación se fue haciendo más embarazosa. Incluso empezó a notar cierta sensación de ahogo. El claustro materno se le antojaba hostil y en cuanto pudo salió por pies. Prematuramente.


domingo, 10 de agosto de 2025

Si ella pudiera contarlo

 Desde la grieta del viejo edificio donde pasa el verano nos observa 
Desde la grieta del viejo edificio donde pasa el verano nos observa detenidamente. Si ella pudiera contar lo que ve a través de sus inquietas pupilas verticales, diría que la plaza tiene ocho bancos que han ido perdiendo pintura y ganando abandono. Que en un pasado todavía reciente el lugar fue muy concurrido, donde no faltaba el eco bullicioso de los niños tras salir del colegio, como tampoco un buen racimo de ancianos disfrutando del sol en las horas más apacibles del día. También, que la recoleta plaza se tornó oscura cuando encontraron sin vida el cuerpo de Martín. A él le gustaba terminar la jornada ocupando siempre el mismo banco. Con los ojos cerrados y las manos entrelazadas trataba de ordenar su nutrido bagaje de recuerdos. Y que, además, nadie lo echó en falta en su casa esa aciaga noche porque nadie lo esperaba.

Si ella pudiera contarnos que el arma homicida, una pequeña navaja con la que perforaron varias veces el abdomen del octogenario, permanece oculta en lo más profundo de la oquedad que le da cobijo, quizás no dudaría en salir a pregonarlo a los cuatro vientos. Pero, ¿alguien daría crédito al testimonio de una salamanquesa?


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sábado, 19 de julio de 2025

Fe de ratas

Aquella noche Morgan decidió jugar sus propias cartas. Aunque habían acordado previamente todos los detalles del golpe, circunstancias imprevistas le ofrecieron nuevas expectativas. Morgan no pudo resistir la tentación de añadirle su toque personal. Días después pagaría caro su excesivo protagonismo. Sus compinches se ensañaron con él y, dándole por muerto, lo abandonaron en un oscuro callejón. A duras penas pudo reaccionar a tiempo. Las ratas ya habían detectado su presencia y paladeaban el festín. La que parecía el macho alfa se acercó chillando en ademán retador, pero tras ratificar su lamentable estado, retrocedió. Morgan desconocía por completo la sicología de las ratas. Por supuesto ignoraba que compartía con ellas un ancestro y varias secuencias evolutivas. Sin embargo no pudo evitar apreciar en su gesto un atisbo de empatía. El resto de la camada asumió sin dilación la repentina transformación de su líder, cambió el chip y se dejó llevar. Morgan no contaba con la inoportuna presencia de un testigo. Apostado en un rincón, un compinche rezagado contemplaba la escena, acariciando su consustancial pistola. Reacio a ponerse a la altura de las ratas, se portó como un hombre y lo remató.


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sábado, 21 de junio de 2025

A Pamplona hemos de ir

—Siendo vuestra merced, señor Don Quijote, persona ilustrada, habrá oído hablar de la existencia de un viejo reino en cuya capital, Pamplona, y en honor a un tal San Fermín, se celebran unos festejos que no tienen parangón...


Al grano, Sancho, al grano.


Cuentan que durante ocho días comen, beben y bailan más que en las Bodas de Camacho, contagiando de alegría hasta al más triste. Además, y aquí viene lo que me tiene inquieto el magín…


Te recuerdo, Sancho, que es mejor no empezar a hablar si no estás seguro de lo que vas a decir.


He sabido que en esas tierras gobernaron durante siglos muchos Sanchos; siendo Sancho yo también, ¿no sería menester conocer ese lugar?


Por otro lado, afine vuestra merced bien el oído, dicen que en Pamplona tienen a ocho gigantes cautivos, y que sólo para bailar les conceden libertad.


­Amigo Sancho, motivos tenemos los dos para emprender esta aventura, pues parece prometer más ventura que locura. Habrá que ver si entre aquellas gentes aún te quedan parientes, y si son molinos o gigantes esos extraños danzantes. ¡Vayamos prestos a buscar las cabalgaduras! Con tu burro y mi rocín ¡a Pamplona hemos de ir!


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Relato finalista Certamen Internacional Microrrelatos San Fermín 





domingo, 25 de mayo de 2025

Cortando por lo sano

Años atrás había sido un barrio comercial, pero la rápida expansión de la ciudad lo abocó a un progresivo declive. A estas alturas resultaba sorprendente que alguien se arriesgara a instalarse allí. Por muy “innovador’ que fuese el proyecto en ciernes. Sin embargo, un individuo con ínfulas de visionario, parecía haber descubierto el ave fénix en un ruinoso almacén incendiado en extrañas circunstancias.

Tras una reforma integral, concedió un periodo de puertas abiertas. La gente acudía intrigada y se dejaba seducir por el metafísico atractivo de aquel espacio vacío. La deslumbrante ausencia de todo les liberaba del acuciante acoso de las cosas, permitiéndoles percatarse de la presencia del otro. Algunos, incluso se encontraron a sí mismos. “Hay que vivir la experiencia” se convirtió en algo más que un slogan y aumentó la demanda de sentirla. Sin embargo, a los pocos días el local fue clausurado sin contemplaciones. Un documento del Departamento de Usos y Actitudes señalaba “que aquel peligroso montaje woke, fomentaba tendencias atentatorias contra la sociedad que con sumo esfuerzo formamos entre todos. Aunque, de momento, parecía algo incipiente y cosa de frikis, se hacía preciso echar por tierra un posible nicho de negocio”.


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Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: lo incorrecto


jueves, 1 de mayo de 2025

De cuando el ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes cambió definitivamente la espada por la pluma


El sol franqueaba tímidamente el alto ventanuco de la celda donde el reo Cervantes, pluma en mano, azuzaba su imaginación para huir del frío y el hambre. Ensimismado, pensaba que las musas son seres caprichosos, que tan pronto acuden solícitas a quien las convoca, como que inclementes lo abandonan en un inmenso páramo.

De repente, su maltrecha mano izquierda, honroso trofeo lepantino, interceptó el escaso haz de luz. La sombra alargada que aquella suerte de rígida garra con el pulgar enhiesto proyectaba sobre el desconchado de la pared, evocaba la silueta de un escuálido caballero andante a lomos de un consumido rocín; uno de esos ilusos aventureros que últimamente abundaban por los caminos siempre dispuestos a reparar agravios ajenos, soñando de esta manera poder alcanzar algún día el honor y la gloria personal.

Hechizado con el juego de las sombras, Cervantes ahuecó su mano diestra sobre la siniestra en vertical, dando vida a un panzudo individuo al que designó oficio de escudero, pero con pretensiones de gobernador insular.

Luego, tras bautizarlos con la tinta de su pluma, don Quijote de la Mancha y Sancho Panza iniciaron la brillante gesta de recorrer los senderos literarios a través de los siglos.



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Escrito por Juana garreta para ENTC - Propuesta: Quijoterías

 

miércoles, 30 de abril de 2025

Aspiraciones por el suelo

Un estruendoso portazo lo descabalgó de la polvorienta estantería. Súbitamente arrancado de aquel desvarío de tomo y lomo quedó descoyuntado y a merced del matacabras que se colaba por los desvencijados ventanucos del desván. Con los rasgos de su triste figura desperdigados por el suelo, se escucharon unos gritos lastimeros que, según se le daba a entender, invocaban angustiosamente sus legendarios auspicios de caballero andante. Ni siquiera los largos años anquilosado en un papel subalterno podrían dispensarle ¡Voto a bríos! de atender tan honroso reclamo. Con ímprobos esfuerzos logró reunir las desencuadernadas trazas de su hidalguía, que habían logrado sobrevivir a la voracidad de los bibliófagos. Sin necesidad de la aquiescencia de Sancho y haciendo caso omiso de la ausencia de los equinos, se escudó en las volutas de polvo y espoleadas por el cierzo se arremolinaron en insólita alianza para socorrer al presunto desvalido.

Un insistente rumor fue anunciando el progresivo acercamiento del taimado malandrín, pero el empuje del viento impidió cualquier posibilidad de evitarlo. En medio de un ruido estentóreo y sin poder escapar de la potencia de aspiración fueron absorbidos por la trompa de aquel monstruo mecánico.


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Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Quijoterías

domingo, 20 de abril de 2025

Una escuela de 100 años

La tabla del siete

Ave María purísima! Ni siquiera el piadoso saludo conseguía moderar el rictus del maestro. Quizás por un empecinado empeño en hacer honor a su nombre o simplemente por deformación profesional, Don Severo mantenía siempre su rostro adusto. Sobre todo con «Gonzalito», que ya sería Gonzalo de no ser por las prioridades de su casa que lo retrasaban.

Don Severo toleraba mal sus ausencias y se consumía cada vez que se trastabillaba en la tabla del siete. Ni a ritmo de palmeta conseguía encarrilarlo. El día que ardió la escuela, la cara de Don Severo era un poema. Al ver salir a Gonzalo ennegrecido y renqueante, se tornó dramática. No pudo reprimir una lágrima, cuando le entregó su palmeta chamuscada.



  Escuela de los años 20 San Vicente del Monte (Cantabria)

Juegos manuales

Yo no salgo en la foto. Juanín, que me había quitado la mejor de mis canicas, se puso ufano a mi lado. De pronto, sentí algo frío en el cuello. Me volví bruscamente hacia Juanín y vi que no era su mano la que me tocaba sino la de Marta, una niña que nos gustaba a ambos. Ella había rescatado hábilmente la canica del bolsillo de Juanín y quería devolvérmela, pero acabó en el suelo. Yo, intentando recuperarla, alboroté al grupo. Don Mariano con un grito severo nos llamó al orden. Por eso salen todos tan serios. Todos menos yo, que todavía agachado sonreía doblemente satisfecho: tenía la canica de nuevo y, sobre todo, a Marta de mi parte.

Escrito por Juana Igarreta para el concurso Una escuela de 100 años

miércoles, 2 de abril de 2025

Correspondencias

Mi abuela Úrsula acaba de fallecer. Era una mujer de pocas palabras, pero recuerdo oírle decir en varias ocasiones que “las personas somos como maletas con un doble fondo en el que guardamos secretos inconfesables”.

Si en vez de morirse ahora, la abuela se hubiera muerto un tiempo más tarde, el cartero no habría podido acercarse a darnos el pésame. Porque, según me ha dicho mi madre, en unos días se irá con su familia muy lejos a trabajar en su nuevo destino.

Si no se hubiera muerto la abuela, yo no habría conocido al cartero, porque, normalmente, cuando él hace el reparto de la correspondencia yo suelo estar en el colegio. Y no me habría asombrado del enorme parecido que guarda con mi padre, fallecido en accidente de coche y cuya foto mi madre siempre lleva en su cartera.

Como ahora la abuela ya no está, le tendré que preguntar a mi madre si en el doble fondo de su maleta cabe mi padre vestido de cartero.