Sandra está apenada. Ha perdido uno de los pendientes de plata envejecida. Se los regaló Lucas el primer año de convivencia. Cuando todavía sin comprometerse a nada las horas separados se les hacían eternas. Cuando aún no sabían que si te abandonas en brazos de la rutina los días se vuelven grises.
Después de echar un vistazo por la casa, le dice a Lucas que baja al garaje a mirar en el coche.
Utiliza la linterna del móvil y un bulto en el asiento de atrás llama su atención: es el jersey beis de Lucas hecho un ovillo. Varios cabellos largos y cobrizos brillan arremolinados en la pechera de la prenda. El hallazgo le genera sentimientos que van de la decepción al alivio. Se pregunta si Lucas se está viendo con alguien. Ojalá. Si pensaba decírselo. Ojalá.
Continúa con la búsqueda del pendiente, mirando minuciosamente debajo de los asientos delanteros. No aparece.
Mientras sube en el ascensor no aparta los ojos de los pelos rojizos adheridos al jersey de Lucas. De pronto le asalta una duda: “¿Y si Juan se llevó enganchado el pendiente en su chaqueta?”.
Escrito por Juana María Igarreta para ENTC - Propuesta: Serendipia.

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