domingo, 25 de mayo de 2025

Cortando por lo sano

Años atrás había sido un barrio comercial, pero la rápida expansión de la ciudad lo abocó a un progresivo declive. A estas alturas resultaba sorprendente que alguien se arriesgara a instalarse allí. Por muy “innovador’ que fuese el proyecto en ciernes. Sin embargo, un individuo con ínfulas de visionario, parecía haber descubierto el ave fénix en un ruinoso almacén incendiado en extrañas circunstancias.

Tras una reforma integral, concedió un periodo de puertas abiertas. La gente acudía intrigada y se dejaba seducir por el metafísico atractivo de aquel espacio vacío. La deslumbrante ausencia de todo les liberaba del acuciante acoso de las cosas, permitiéndoles percatarse de la presencia del otro. Algunos, incluso se encontraron a sí mismos. “Hay que vivir la experiencia” se convirtió en algo más que un slogan y aumentó la demanda de sentirla. Sin embargo, a los pocos días el local fue clausurado sin contemplaciones. Un documento del Departamento de Usos y Actitudes señalaba “que aquel peligroso montaje woke, fomentaba tendencias atentatorias contra la sociedad que con sumo esfuerzo formamos entre todos. Aunque, de momento, parecía algo incipiente y cosa de frikis, se hacía preciso echar por tierra un posible nicho de negocio”.


Imagen de Internet


Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: lo incorrecto


jueves, 1 de mayo de 2025

De cuando el ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes cambió definitivamente la espada por la pluma


El sol franqueaba tímidamente el alto ventanuco de la celda donde el reo Cervantes, pluma en mano, azuzaba su imaginación para huir del frío y el hambre. Ensimismado, pensaba que las musas son seres caprichosos, que tan pronto acuden solícitas a quien las convoca, como que inclementes lo abandonan en un inmenso páramo.

De repente, su maltrecha mano izquierda, honroso trofeo lepantino, interceptó el escaso haz de luz. La sombra alargada que aquella suerte de rígida garra con el pulgar enhiesto proyectaba sobre el desconchado de la pared, evocaba la silueta de un escuálido caballero andante a lomos de un consumido rocín; uno de esos ilusos aventureros que últimamente abundaban por los caminos siempre dispuestos a reparar agravios ajenos, soñando de esta manera poder alcanzar algún día el honor y la gloria personal.

Hechizado con el juego de las sombras, Cervantes ahuecó su mano diestra sobre la siniestra en vertical, dando vida a un panzudo individuo al que designó oficio de escudero, pero con pretensiones de gobernador insular.

Luego, tras bautizarlos con la tinta de su pluma, don Quijote de la Mancha y Sancho Panza iniciaron la brillante gesta de recorrer los senderos literarios a través de los siglos.



Imagen de Internet


Escrito por Juana garreta para ENTC - Propuesta: Quijoterías

 

miércoles, 30 de abril de 2025

Aspiraciones por el suelo

Un estruendoso portazo lo descabalgó de la polvorienta estantería. Súbitamente arrancado de aquel desvarío de tomo y lomo quedó descoyuntado y a merced del matacabras que se colaba por los desvencijados ventanucos del desván. Con los rasgos de su triste figura desperdigados por el suelo, se escucharon unos gritos lastimeros que, según se le daba a entender, invocaban angustiosamente sus legendarios auspicios de caballero andante. Ni siquiera los largos años anquilosado en un papel subalterno podrían dispensarle ¡Voto a bríos! de atender tan honroso reclamo. Con ímprobos esfuerzos logró reunir las desencuadernadas trazas de su hidalguía, que habían logrado sobrevivir a la voracidad de los bibliófagos. Sin necesidad de la aquiescencia de Sancho y haciendo caso omiso de la ausencia de los equinos, se escudó en las volutas de polvo y espoleadas por el cierzo se arremolinaron en insólita alianza para socorrer al presunto desvalido.

Un insistente rumor fue anunciando el progresivo acercamiento del taimado malandrín, pero el empuje del viento impidió cualquier posibilidad de evitarlo. En medio de un ruido estentóreo y sin poder escapar de la potencia de aspiración fueron absorbidos por la trompa de aquel monstruo mecánico.


Imagen de Internet


Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Quijoterías

domingo, 20 de abril de 2025

Una escuela de 100 años

La tabla del siete

Ave María purísima! Ni siquiera el piadoso saludo conseguía moderar el rictus del maestro. Quizás por un empecinado empeño en hacer honor a su nombre o simplemente por deformación profesional, Don Severo mantenía siempre su rostro adusto. Sobre todo con «Gonzalito», que ya sería Gonzalo de no ser por las prioridades de su casa que lo retrasaban.

Don Severo toleraba mal sus ausencias y se consumía cada vez que se trastabillaba en la tabla del siete. Ni a ritmo de palmeta conseguía encarrilarlo. El día que ardió la escuela, la cara de Don Severo era un poema. Al ver salir a Gonzalo ennegrecido y renqueante, se tornó dramática. No pudo reprimir una lágrima, cuando le entregó su palmeta chamuscada.



  Escuela de los años 20 San Vicente del Monte (Cantabria)

Juegos manuales

Yo no salgo en la foto. Juanín, que me había quitado la mejor de mis canicas, se puso ufano a mi lado. De pronto, sentí algo frío en el cuello. Me volví bruscamente hacia Juanín y vi que no era su mano la que me tocaba sino la de Marta, una niña que nos gustaba a ambos. Ella había rescatado hábilmente la canica del bolsillo de Juanín y quería devolvérmela, pero acabó en el suelo. Yo, intentando recuperarla, alboroté al grupo. Don Mariano con un grito severo nos llamó al orden. Por eso salen todos tan serios. Todos menos yo, que todavía agachado sonreía doblemente satisfecho: tenía la canica de nuevo y, sobre todo, a Marta de mi parte.

Escrito por Juana Igarreta para el concurso Una escuela de 100 años

miércoles, 2 de abril de 2025

Correspondencias

Mi abuela Úrsula acaba de fallecer. Era una mujer de pocas palabras, pero recuerdo oírle decir en varias ocasiones que “las personas somos como maletas con un doble fondo en el que guardamos secretos inconfesables”.

Si en vez de morirse ahora, la abuela se hubiera muerto un tiempo más tarde, el cartero no habría podido acercarse a darnos el pésame. Porque, según me ha dicho mi madre, en unos días se irá con su familia muy lejos a trabajar en su nuevo destino.

Si no se hubiera muerto la abuela, yo no habría conocido al cartero, porque, normalmente, cuando él hace el reparto de la correspondencia yo suelo estar en el colegio. Y no me habría asombrado del enorme parecido que guarda con mi padre, fallecido en accidente de coche y cuya foto mi madre siempre lleva en su cartera.

Como ahora la abuela ya no está, le tendré que preguntar a mi madre si en el doble fondo de su maleta cabe mi padre vestido de cartero.


lunes, 31 de marzo de 2025

El que no corre, vuela

Aunque faltaba poco para cumplirse el plazo, se enteraron de que todavía podrían sortear los estrictos controles establecidos por el nuevo sátrapa. Al menos uno de ellos podía llegar a tiempo.

Pese a su aparatosa tara Ladislao confiaba en sus posibilidades. Siempre había sido capaz de abrirse paso con soltura. Con la verdad por delante y muleta en ristre movía a la gente a compasión, de manera que aquel hándicap tan notorio llegaba a convertirse en una ventaja. Más de una vez logró colarse de rondón en situaciones en que una prolongada espera hubiera supuesto cuando menos una exasperante pérdida de tiempo y quién sabe si un riesgo para su vida.

Sabiendo con quién se la jugaba Sebastián iba de sobrado, confiando sobre todo en sus dotes de consumado embaucador. Cuando llegó al último control estaba exhausto y sin argumentos. Un viejo compañero de fatigas reconvertido en policía de fronteras se la tenía guardada. Sabiendo de qué pie cojeaba le preparó una encerrona y tras pillarle en un traspiés lo detuvo. Al ver a Ladislao a salvo, alardeando de su cojera y con la muleta a guisa de trofeo, Sebastián masculló para sus adentros “¡Malditos refranes!”.


Imagen de Internet





Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: La mentira

domingo, 9 de marzo de 2025

Menú especial

(Propuesta 1)

Un joven entró acelerado en el comedor ocupando una de las mesas del fondo. Al ofrecerle la carta, le dijo a Luis, el camarero: “Ya sé lo que quiero. Lo primero, que confíe en mí. Después, consígame rápidamente un atuendo de cocinero, me están buscando y necesito salir camuflado del restaurante. Ah, que sea holgado, debo ocultar la pistola que llevo encima. Y por último, le ruego que acepte esta alianza en pago a su favor”.

Luis, atemorizado, le entregó el uniforme.

Leyendo la inscripción de la alianza, entendió el guasap de su madre apremiándolo a que la llamara urgentemente.



=================================================

(Propuesta 2)

Lucas emplataba los postres cuando recibió la noticia de la muerte de su abuelo. Pensando en lo poco que lo había visto últimamente, sintió una enorme tristeza. Aunque intentó sobreponerse rápidamente, no pudo evitar que un reguero de lágrimas cayera sobre uno de los flanes. Las prisas hicieron que en lugar de desecharlo acabara en la mesa de Mateo, un comensal de confianza.

Mateo, antes de marcharse, le dijo a Lucas que el flan le había sabido a gloria. Y Lucas, desconcertado, se preguntó cómo sería entonces el sabor de la pena.


Imagen de Internet



martes, 4 de marzo de 2025

Menú especial


Menú especial (1)

Cuando vio al minino subirse a la parra recordó que en situación parecida ella había hecho el ridículo. Pero viéndole comerse las uvas no pudo evitar que se le hiciera la boca agua. Más de una vez lo tuvo al alcance, pero nunca se decidió a hincarle el diente. Su dulzura le inspiraba ternura. Pero de pronto le resultaba apetecible. ¿A quién le amarga un dulce?

Dispuesta a no tropezar de nuevo en la misma parra, comenzó a trepar suprepticiamente. Con un sutil quiebro el gatito evitó convertirse en manjar. La zorra pagó cara su osadía. ¡Menú….do batacazo!


Imagen de Internet

===============================================

Menú especial (2)

Su eminencia era amigo de la buena mesa pero un día de difuntos requería un ágape frugal. Su ánimo flaqueó ante unas «alcachofas al infierno». Excusándose por la «blasfemia» reconoció que estaban divinas. Sin tiempo para reponerse, sus fosas nasales detectaron en la olla podrida un atisbo del paraíso.
Y los postres? Oooooh, los postres!!!
Los «buñuelos de viento» estaban como para echarse a volar. ¿Qué decir de los «huesos de santo»? De muerte. Cómo colofón, un «tocino de cielo» sólo para bienaventurados . Renunció al café por excitante y al vinito dulce de las Camaldulenses por su fama de afrodisíaco.

Imagen de Internet


domingo, 9 de febrero de 2025

Peldaños con años

Antes de que me lo pregunte, yo se lo cuento. Estar aquí se lo debo a una escalera. Mi intención era alcanzar el altillo del armario, pero no esperaba llegar tan arriba. Era una escalera de esas de tijera. Ni yo sé desde cuándo estaba en casa. Todo fue por mi cabezonería en hacerme con la caja de fotos en blanco y negro. Eran fotos de mi infancia. La infancia ya sabrá usted lo que marca. Sin esas fotos me sentía como si me hubieran arrancado un trozo de mi vida. Porque están también los recuerdos, claro, pero ésos a veces van cambiándose caprichosamente en nuestra cabeza. Mi Eulogio, sin ir más lejos, contaba cosas nuestras que yo nunca viví. Las fotos son otra cosa, sobre todo las antiguas. Te ves tal cual, sin trampa ni cartón. Mis preferidas eran las de las comedias que por Navidad hacíamos en el colegio. En una aparezco vestida de Virgen María, y en otra de angelito. Yo siempre he sido de esas cosas, ¿sabe?

_ ¡Al fin te despiertas, mamá!, ¡menudo susto nos has dado!

_ ¿Eres tú, Fernando? Cuánto tiempo sin verte. Con esa barba pareces…, pareces San Pedro.



Imagen de Internet


viernes, 17 de enero de 2025

Música celestial

La escalera que arrancando desde el pasillo contiguo al refectorio subía al piso donde se encontraban las celdas, parecía diseñada según las directrices de alguna tortuosa mente. Tan anárquica sucesión de tramos, giros y descansillos, sin duda respondía a algún secreto motivo. En un lugar indeterminado del laberíntico desvarío un pequeño recoveco daba lugar a una exigua capillita, suficiente para encajar una extraña pintura. Bajo la alquímica cobertura del óleo ocultaba su identidad un personaje representado de espaldas.

Aquella noche, poco antes de la hora de Maitines, la abadesa Hermenegilda Dunord tuvo uno de sus cíclicos arrebatos. Contraviniendo la lógica propagación del eco, su grito recorrió las más enigmáticas anfractuosidades de la escalera. Transformado en obsesivo lamento fue modulando sus notas hasta trocarse en subyugante armonía. Severo Manontroppo, inquisidor de infausta memoria, no pudo permanecer por más tiempo impasible y desprendiéndose de su anclaje en el pasado dio la cara. Tras contemplar en la trama del lienzo su terrible impronta esbozó una mueca ambigua, recompuso su figura y se dejó seducir por los liberadores matices de la melodía. Sus acariciantes inflexiones le hacían presagiar un acorde perfecto. La abadesa siempre estaba dispuesta a dar el do de pecho.


Imagen de Internet

Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Escalera.