lunes, 7 de febrero de 2022

Helados

En la familia de Iván el frío era uno más. Aunque el padre durante el invierno achicaba la cocina con un murete de tablas para recoger mejor el calor de la lumbre, el resto de la casa era un témpano. Al niño, acostumbrado a las bajas temperaturas y llevado por el empuje de una incipiente curiosidad, la calle se le antojaba cálida en todas las estaciones. El primer helado que saboreó fue de agua congelada de la fuente. Le supo a gloria. Notar cómo se anestesia tu boca es todo un descubrimiento sensorial. Preso de este encantamiento lo repetía muchas veces, hasta que su tierna garganta se convertía en un rusiente terreno de juego cuyo dominio se disputaban a menudo entre unas irritadas amígdalas y unas inflamadas adenoides, momento en el que se requería la urgente intervención del doctor Simón para dar por finalizado el partido.

Fue en una de aquellas visitas cuando un hermoso carámbano, acuciado por un persistente abrazo de sol, se desprendió del alero del tejado impactando letalmente sobre la sesuda cabeza del joven galeno. Se quedaron helados. Sobre todo el corazón de Andrea, hermana mayor de Iván, que apenas unos momentos antes latía enardecido.


Imagen de Internet



Escrito por Juana garreta para ENTC - Propuesta: El frío o/y los comienzos

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