miércoles, 1 de diciembre de 2021

Tiempos felices

Félix siempre ha tenido un don especial para llegar al alma de las cosas, y por eso se hizo relojero.

Recuerda los relojes que su padre, cuando por ventura podía dedicarle un rato, le dibujaba con asombrosa pericia en el brazo. Observando los efímeros tatuajes su corazón palpitaba exultante, “tic-tac”, “tic-tac”…, marcando el compás imposible de aquellas ilusorias máquinas del tiempo. Pero el primer reloj que de verdad abrazó su muñeca fue un reloj “de mentira” que su abuela le compró en una feria. Surgiendo entre las manecillas lo miraba un sonriente Mickey Mouse, al que Félix correspondía con la dicha instalada en sus vivarachos ojos negros.

Empezó a dudar de la percepción del tiempo cuando Alaia, una chica de la clase de los mayores, lo sorprendió con un beso relámpago tras preguntarle la hora; el niño que salió al recreo era otro cuando volvió al aula. Al sonrojo del desconcierto le siguió la alegría del hallazgo: una nueva e intensa emoción de la que aún desconocía el nombre.

Cuando murió la abuela supo que la felicidad es un reloj de frágil esfera en la que, de repente, se pueden oscurecer las horas.



Escrito por Juana Mª Igarreta para ENTC - Propuesta: La felicidad y la alegría

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