Hoy han vuelto a la casita de la playa. Las horas han pasado y, como olas en el mar del tiempo, han ido lamiendo las heridas y redondeando las cortantes aristas de la tristeza.
Mientras Nicolás se encarga del equipaje, Julia abre cortinas y ventanas, dando paso a la tenue luz del atardecer. Al contemplar el rosado horizonte, una sensación agridulce se adueña de ella; sabe que el día más luminoso puede ser absorbido por el vértigo de un aciago instante.
A la mañana siguiente, mientras el columpio mece su vacío, Nicolás contempla la piscina; para disipar la sombra que ha anidado en su fondo, necesitará mucha pintura y la luz de muchos soles.
Bajo el frondoso sauce, testigo callado de péndulas hojas, Julia teje con hebras de renovada esperanza una chaquetita de suave perlé rosa.
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Imagen de Internet |
Triste historia abordada con gran sensibilidad
ResponderEliminarA.