Desde la azotea observó embelesado la noche estrellada. Mientras se
vestía de Superman, pensó, aliviado y exultante, que al fin había
entendido para qué el abuelo Celso le había regalado, sin pedírselo, ese
mágico disfraz en su último cumpleaños; y por qué después se había
marchado al cielo sin despedirse.
Imagen de Internet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario