La música de cámara ascendía, en
volutas sonoras, dentro de la espaciosa sala renacentista del palacio ducal,
dirigiendo la mirada del selecto público hacia el artesonado, bellamente
decorado con policromías de carácter mitológico. Todos quedaron desconcertados
cuando la armonía y el duque sucumbieron ante la cacofonía martilleante de una
metralleta.
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