La tía Yanira vivía muy lejos del mar,
pero lo sentía en su piel. Todas las noches llenaba de sales su bañera y, con
los ojos cerrados, se sumergía en ella.
Cuando desapareció, nadie reparó en
el rutilante reguero de escamas que, detrás de su casa, llegaba hasta el río.
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Belíssimo blog com um bom conteúdo
ResponderEliminarMil gracias por pasarte por este sitio y comentar tan generosamente. Saludos
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