Vivir a lo grande de los bienes
gananciales es a lo único que podía aspirar con Matías. Aquel viejecito
pulcro, con camisa blanca de cuello raído, se le cruzó en el parque una mañana.
Ella iba con prisa, engullendo tiempo para llegar puntual a un trabajo mal
pagado. Él estiraba los minutos, caminando
torpemente asido a su andador, arrastrando soledad en sus zapatos.
Ahora, con sus tiempos sincronizados, pasean juntos por el parque. Fue un amor a primera Visa.
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