domingo, 4 de agosto de 2024

Así en la tierra como en el cielo

La hermana Imelda, postulante en el convento de las carmelitas de Villamaluenga, tortura sus torneadas rodillas postrada ante el altar, donde un exultante San Sebastián, asaeteado hasta la extenuación, sonríe entusiásticamente. Por más que Grijelmo, su joven confesor, trata de explicarle la peculiar idiosincrasia de los mártires, Imelda no acierta a despejar aquella patente contradicción tallada con saña en madera policromada. Le resulta difícil asociar la viva expresión de felicidad del rostro del santo, con el doloroso aspecto de sus sangrientas heridas. La verdad es que tampoco tiene muy clara la naturaleza de los gozos que, según Grigelmo, la esperan en la otra vida, como premio a las privaciones y sacrificios que tiene que soportar día a día en el convento. Aunque para Imelda, el mero hecho de dejarse acariciar los oídos por su melodiosa voz, ya es una bendición. Si, además, tiene ocasión de intuir tras la rejilla del confesionario el sensual aleteo de sus labios, miel sobre hojuelas. Más de una vez se ha sentido embargada en momentos así por un dulce arrebato. Incluso ha llegado a pensar si no será un atisbo del paraíso. Cuánto le gustaría saber qué diría Grijelmo.


Imagen de Internet


Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Voorpret, emoción previa de lo bueno que está por suceder.

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