sábado, 24 de abril de 2021

Cuestión de clase

El primer recuerdo que Marta guarda de su tía monja lo tiene grabado a fuego. Del hábito negro que la escondía apenas asomaban su cara enmarcada en un óvalo blanco y las manos que agitaba mientras hablaba ante Emilia, madre de la niña. Pocas, pero persuasivas, palabras después la religiosa conseguía su objetivo.

Marta dejó atrás la escuela pública del barrio y pasó a ser alumna de aquel colegio de “chicas bien”. Más lejos de su casa, pero más cerca de Dios.
Hoy todavía le duele haber sentido vergüenza aquel jueves de mayo. Claveles sobre los pupitres y gargantas afinadas para entonar en la capilla “Con flores a María”. Un ceremonial que se repite todas las primaveras como la vuelta de las golondrinas. Pero antes esperan conocer a la Madre Superiora General. Esta llega y, tras el ensayado saludo pertinente, la monja tutora de la clase cruza unas palabras con ella y, sumamente entusiasmada, ordena: “Niñas, las que seáis hijas de médicos, abogados, ingenieros, empresarios… poneos de pie, por favor”. Marta, confusa, visualiza a su padre con el mono de la empresa de limpieza al tiempo que su compañera de pupitre le pregunta: “Marta, ¿tu padre qué es?".

Imagen de Internet

4 comentarios:

  1. Excelente y muy real Juana. Me has recordado mi colegio, aunque yo no viví esas experiencias o como fui muy inocente, no me enteré!! Suerte.
    Besicos muchos.

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  2. Muchas gracias por pasarte y comentar, Nani. Experiencias como la que cuento, o similares, se han dado en colegios religiosos. Aunque estoy convencida de que no habrá habido muchas monjas como la tutora de esa clase. Besos también para ti.

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  3. Un placer llegar de casualidad y encontrar un texto tan a mi gusto te dejo mi huella

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    1. Pues muchas gracias por tu visita casual y por tus palabras. Me encanta que te haya gustado, Mucha. Saludos.

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