miércoles, 3 de febrero de 2021

El amargo caldo de la tristeza

Vidal nació ochomesino y en plena vendimia bajo el sol escurridizo de un atardecer de septiembre. La expulsión repentina del niño sobre un lecho improvisado de uvas negras provocó que el jugo procedente de los granos al romperse saltara por los aires, salpicando al bebé y a Rocío, su jovencísima madre. La boquita del infante se estrenó degustando unas gotas de aquel líquido violáceo a modo de inusual calostro. Rocío eligió sola el nombre; al padre de la criatura no tuvo ocasión de preguntarle, tenía otros pagos que atender.

El niño fue creciendo entre cosecha y cosecha, al compás intermitente del trabajo de una temporera. En múltiples ocasiones quiso saber de su padre. Al no hallar respuesta, una enorme tristeza enraizó en su interior, haciendo que sus ojos viajaran incansables de un vendimiador a otro en un vano intento de reconocerse en alguno de ellos.

Cuando Vidal tomó conciencia de que el silencio de su madre cimentaba el sustento de ella y el suyo propio, su tristeza derivó en amargura y, acarreando aquellos cestos rebosantes de racimos, se preguntó si su futuro no sería similar al de aquellos frutos cuyo destino inexorable acabaría pisando y exprimiendo.


Imagen de Internet

Escrito por Juana Mª Igarreta para ENTC - Propuesta: La tristeza o la nostalgia

2 comentarios:

  1. Echarte un ojo es aprender. Y degustar ese mosto que se destila de tus historias.
    Un abrazo.

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  2. Muchísimas gracias, Juan Manuel, por tu elogioso comentario. La verdad es que todos aprendemos de todos continuamente. Me alegra saber que te ha dejado buen sabor de boca el micro a pesar de la tristeza que rezuma. Un abrazo.

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