Rodeada de una larga familia que llora, esconde sus resecos
ojos bajo sus ajadas manos. Hasta ayer era una constante y solitaria fuente de lágrimas. Educada en maquillar la
tristeza, ha vivido años parapetada tras las falsas paredes de la apariencia.
Hoy, respira agradecida celebrando su recién estrenada libertad.
Escrito por Juana Igarreta para
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