Como si de una plaga venenosa se tratara,
evitaba cruzarse con los vecinos. Salía de casa siempre el primero. Volvía
siempre el último. En la comunidad se comentaba que era muy difícil encontrárselo. Unos
decían que era joven y alto. Otros que madurito y chaparro. Algunos hasta
dudaban de su existencia.
Una madrugada su cuerpo apareció
estrellado contra el suelo de gres porcelánico del patio de luces. Fue la única
vez que dio señales de vida.
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