El viejo marinero, oyendo descerrajar la puerta de su casa, se hizo el
desvanecido. En el suelo, anhelaba sentir unas manos sobre él y escuchar
una voz diciéndole: "¿Puede oírme?".
Él, que había surcado la inmensidad de los mares, ahora, con su vida a la deriva, se hundía en soledad.
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Me parece buenísimo, dice mucho y de calidad en muy poco espacio. Cómo cosas que en otros tiempos pasan desapercibidas a nuestros ojos y siempre parecen ajenas... siempre llega el momento en que comprobamos la fuerza de aquello.
ResponderEliminarUn saludo
Cuando uno es joven, la soledad es sinónimo de libertad. De viejo, no suele ser la mejor compañera. Muy agradecida por tus palabras, Geus. Un saludo
EliminarHola! Enhorabuena por la nominación. Muy interesante el blog, volveré sin duda, te sigo.
ResponderEliminarLa soledad, a veces amiga, a veces enemiga, qué importante es el contexto y la situación para valorar las cosas en su justa medida.
Un saludo
Hola, Tino. Enhorabuena a ti también por lo mismo. Sobre la soledad, tal como comentas, depende. Si tu la eliges, te sientes libre. Pero si es ella la que te elige a ti, la cosa cambia. Gracias por la visita y visitaré igualmente tu blog. Saludos.
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