viernes, 9 de agosto de 2024

Compañera de batalla

Al fin ha llegado el día. Desde que recibió la llamada, Bruno es otra persona. Tras sufrir mucho tiempo una esperanza con intermitencias, la alegría de la certeza ilumina su interior y se desborda a menudo en sus ojos.

Antes de marcharse, se asoma una última vez a su habitación. Bajo la funda acolchada se adivina la silueta de la que ha sido su compañera de batalla durante los dos últimos años. Aunque al principio le costó adaptarse a sus exigencias, sin ella no habría podido llegar hasta aquí.

Sentado en el autobús que lo lleva al hospital, siente al mismo tiempo ilusión e incertidumbre ante la nueva vida que le espera. Esta mezcla de emociones deriva de pronto en cierta desazón. Ahora, lejos de la euforia del primer momento, toma conciencia de que su golpe de suerte proviene del infortunio de otro.

Recupera el ánimo al observar a Tomás esperándolo en la puerta del centro médico. Un amago de sonrisa se cuela en sus labios al recordar las palabras de su amigo en la última de sus visitas: “Esta amiga a la que te conectas todas las noches tiene que valer un riñón”.

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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: Voorpret o emoción previa de lo bueno que está por suceder.



domingo, 4 de agosto de 2024

Así en la tierra como en el cielo

La hermana Imelda, postulante en el convento de las carmelitas de Villamaluenga, tortura sus torneadas rodillas postrada ante el altar, donde un exultante San Sebastián, asaeteado hasta la extenuación, sonríe entusiásticamente. Por más que Grijelmo, su joven confesor, trata de explicarle la peculiar idiosincrasia de los mártires, Imelda no acierta a despejar aquella patente contradicción tallada con saña en madera policromada. Le resulta difícil asociar la viva expresión de felicidad del rostro del santo, con el doloroso aspecto de sus sangrientas heridas. La verdad es que tampoco tiene muy clara la naturaleza de los gozos que, según Grigelmo, la esperan en la otra vida, como premio a las privaciones y sacrificios que tiene que soportar día a día en el convento. Aunque para Imelda, el mero hecho de dejarse acariciar los oídos por su melodiosa voz, ya es una bendición. Si, además, tiene ocasión de intuir tras la rejilla del confesionario el sensual aleteo de sus labios, miel sobre hojuelas. Más de una vez se ha sentido embargada en momentos así por un dulce arrebato. Incluso ha llegado a pensar si no será un atisbo del paraíso. Cuánto le gustaría saber qué diría Grijelmo.


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Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Voorpret, emoción previa de lo bueno que está por suceder.