domingo, 11 de febrero de 2024

Una efímera vida ideal

Juan abandonó el albergue al que había acudido la gélida noche anterior instado por la policía local. Con su guitarra y una vieja mochila salió dispuesto a proseguir su camino hacia ninguna parte; andar sin rumbo fijo era la única forma de no perderse. Después de haber rumiado el fracaso hasta lo indecible, vivir en la calle sin ataduras de nada ni nadie se había convertido en su lema. Estar al albur del devenir de los días ya no le parecía tan adverso, pues cuando se vive en el suelo el riesgo a caerse desaparece.

Al principio, los agrios recuerdos de su vida anterior lo atenazaban. Aprovechaban cualquier resquicio entre la vigilia y el sueño para colarse, salpicando de dudas sus noches de aprendiz de vagabundo. Pero cuando conoció las horas y los lugares de la ciudad en los que rasgueando su guitarra más monedas tintineaban en su gorra, tuvo claro que, al fin, había dado con la fórmula de vida ideal.

Un domingo de primavera, estando todavía desperezándose en su lecho de cartón, comprobó que la guitarra había desaparecido. Y, aunque el día amaneció luminoso, para Juan se fundió el sol.


Imagen de Internet

Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: la Kalopsia 

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