viernes, 25 de septiembre de 2020

Música de fondo

Al padre de Klaus, tan exacerbado en su melomanía como en otros asuntos menos defendibles, le hubiera gustado tener a su hijo de su lado. Klaus, duro de oído y poco amigo de los cantos de sirena, nunca llegaría a comulgar con sus ideas. Excepto con aquel empeño suyo de que escuchara el rumor del bosque y el latido de la tierra. La música de la naturaleza, que decía él.

A Klaus, la tragedia le pilló fuera. Intentó mantener una calculada tibieza, pero finalmente tuvo que asumir su cuota de riesgo. Entretanto, su padre, tras cumplir celosamente con su deber, había muerto solo. Bueno, con su inseparable Wagner.

Klaus se estableció de nuevo en el pueblo para ordenar su vida. Volvió al viejo robledal y encontró la clave para sus enigmáticas tallas, aquella musicalidad que tanto alabaría la crítica. Hasta pudo esculpir en aquella roca del alto, un sueño acariciado casi desde niño. En realidad, un secreto homenaje a su padre.

A veces, se acerca con pena hasta su deteriorada escultura. Cada cual ve lo que proyecta, aunque muchos se encogen de hombros. Klaus mira lloroso, intentando descubrir entre los graffitis, su “Cabalgata de las Walkirias”.




 Imagenhttp://asatrucatalunya.org/escultura-de-la-cabalgata-de-las-walkirias-el-palau-de-la-musica/



Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: la música




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