Anita nunca ha estado en la cárcel en la que vive su papá. Únicamente lo conoce por fotos. Ayer escuchó a la abuela Alfonsina susurrar: “Esta niña es igualita a nuestro Alfonso, qué pena”. Anita no entiende qué tiene de malo parecerse a un tío, aunque lleve mucho tiempo muerto.
Siempre habrá alguien que encuentre algo para criticar sobre los demás.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Hay penas hondas que los niños intuyen, aunque no terminen de entenderlas.
ResponderEliminarUn micro triste, pero muy bello.
Besos,
MAB