jueves, 24 de octubre de 2024

Profundidad de campo

“El campo siempre estará abierto a todas las posibilidades”, repetía constantemente la megafonía. “Incluso a la de cerrarse”, apostilló un resentido, que gesticulaba escenificando la ampulosidad del eslogan.

Lo que al principio parecía un desaforado exabrupto, se transformó, de boca en boca, en un inquietante augurio. El campo, cuyos límites se perdían más allá del horizonte, podría ser acotado. Lejos de quedarse al margen, el inmenso terreno fue capaz de sobreponerse a sí mismo. En una sobreactuada redundancia campó a sus anchas por los más abruptos descampados. Para cuando llegó a aquella difusa masa verde ya había germinado en su seno una pregunta seminal: ¿Será esto el bosque? La inusitada contundencia del interrogante hizo mella en la frondosa espesura. Haciendo honor al dicho, los árboles se empeñaron en no dejar ver el bosque y cayeron uno tras otro en una insólita batalla campal. La terrible sarracina acarreó una ingente cantidad de leña. Los roces hicieron inevitables las chispas y el fuego, siempre a la que salta, se dejó seducir. Arrasada la masa boscosa, sólo quedó tierra quemada. Como un ave Fénix, el campo resurgió de sus cenizas y volvió a las andadas.


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