viernes, 15 de marzo de 2024

Miradas elocuentes

Para “J” el tiempo es un valioso tejido del que no puede desperdiciar ni una hebra. Comparte vivienda y precariedad con otras cinco personas en los extrarradios de la ciudad. Muy de mañana cruza deprisa un parque para coger puntual el primer autobús que llega al centro. En su bolso tintinean las numerosas llaves de los pisos que limpia. Sueña con el día en que una de esas llaves abra la puerta de “su casa”.

Para “V” el tiempo es un tedioso y pertinaz acompañante con el que únicamente comparte soledad. Saliendo de casa trata de darle la espalda.

“J” vuelve al barrio bien entrada la tarde. Últimamente viene observando la presencia de “V” en uno de los bancos del parque. Su estática silueta, recortada por las últimas luces del día, ha llamado su atención. Conforme se acerca, agita su bolso con disimulada intencionalidad. “V”, saliendo de su ensimismamiento, alza la cabeza. Se miran.

A partir de ese día la escena se repite una vez tras otra. Sus ojos se encuentran. Sus miradas, cada vez más prolongadas, conversan.

Hoy “J” se ha sentado junto a “V”. Al fin, hablan. Aunque, sorprendentemente, ya sabían mucho el uno del otro.


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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: MAMIHLAPINATAPAI o entendimiento silencioso entre dos personas.

La ultima contraseña

Mailen,  Al Morir Intentó Hablar. La Antigua Palabra Indígena Nació Ahogada. Temblorosa, Antilaf Pudo Adivinarla Íntimamente.

domingo, 11 de febrero de 2024

Una efímera vida ideal

Juan abandonó el albergue al que había acudido la gélida noche anterior instado por la policía local. Con su guitarra y una vieja mochila salió dispuesto a proseguir su camino hacia ninguna parte; andar sin rumbo fijo era la única forma de no perderse. Después de haber rumiado el fracaso hasta lo indecible, vivir en la calle sin ataduras de nada ni nadie se había convertido en su lema. Estar al albur del devenir de los días ya no le parecía tan adverso, pues cuando se vive en el suelo el riesgo a caerse desaparece.

Al principio, los agrios recuerdos de su vida anterior lo atenazaban. Aprovechaban cualquier resquicio entre la vigilia y el sueño para colarse, salpicando de dudas sus noches de aprendiz de vagabundo. Pero cuando conoció las horas y los lugares de la ciudad en los que rasgueando su guitarra más monedas tintineaban en su gorra, tuvo claro que, al fin, había dado con la fórmula de vida ideal.

Un domingo de primavera, estando todavía desperezándose en su lecho de cartón, comprobó que la guitarra había desaparecido. Y, aunque el día amaneció luminoso, para Juan se fundió el sol.


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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: la Kalopsia 

A la deriva

Siempre había sido reticente a los cachivaches electrónicos. Sólo tenía un móvil elemental. Eso de ceder el control de sus asuntos a los duendes de la tecnología le causaba cierta preocupación. Cuando, sospechando que el fondo lo deseaba, su nieta le regaló un portátil, lo aceptó a regañadientes. “Sólo para cosas necesarias”, insistía para justificarse. Como temía aquel aparatito pronto se le hizo imprescindible, robándole el tiempo que antes dedicaba a otros menesteres. Incluso dejó de acudir a la Ópera. Para compensar, de vez en cuando escuchaba algo de Donizetti. Pero nunca pensó que aquel nuevo pasatiempo entrañara peligro alguno. Una tarde, mientras navegaba rutinariamente por Internet, notó una brusca retracción en el pulgar derecho. Antes de que pudiera reaccionar, el enhiesto apéndice comenzó a replegarse sobre sí mismo, arrastrando a los otros dedos a hacer lo propio. Su mano desaparecía por momentos. El menguante muñón escaló imparable brazo arriba. El fenómeno autodestructivo simultáneo en todas las extremidades y acabó finalmente en los órganos vitales. Incapaz de procesar los sentimientos encontrados y las ideas preconcebidas, el sistema colapsó y el ordenador hizo plof. Una furtiva lágrima resbaló cadenciosa por la superficie de la pantalla.


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Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: la kalopsia

 


la pantalla.

sábado, 6 de enero de 2024

Un adiós con zapatos nuevos

La zapatería Pasos, que era la tienda más antigua del barrio, llegaba al fin de su larga andadura. Con sus zapatos había caminado gente de todas las edades durante más de un siglo.

Esteban contemplaba por última vez las estanterías repletas de cajas en la trastienda del establecimiento. “Hasta aquí hemos llegado”, musitó con triste resignación. Mientras, un aluvión de sensaciones irrumpía en su interior, agitando su exhausto corazón que latía cada vez más desordenado.

El día que Esteban falleció, los vecinos de la zona se vieron sorprendidos con el cartel que lucía en el escaparate de la zapatería, en el que podía leerse: “Abierto por defunción. Sírvase usted mismo”.

Cumpliendo la última voluntad del anciano comerciante todos los que acudieron a su funeral cruzaron la puerta de la iglesia con zapatos nuevos.


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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: Se acabó

viernes, 8 de diciembre de 2023

Desatino y destino

Cuántas veces, Don Julián, el profesor de Tecnología le repitió aquello de: “nunca llegarás a nada en la vida”. Bernardo ya era por entonces un muchacho engreído y pagado de sí mismo. Se tenía por muy listo y pensaba que, a nada que se dejara acariciar por la suerte, todo jugaría a su favor. Por simple inercia.

El paso del tiempo le fue consagrando como un cualificado don nadie, eso sí, con una gran capacidad para la amargura. Y, faltaría más, con un escogido elenco de culpables de su frustrado apogeo. Un día, súbitamente atacado por una sobredosis de sinceridad, ya no fue capaz de seguir alimentando su propia farsa. Inmune a cualquier sentimiento de autocompasión, sucumbió a un fatal impulso. Se encaramó al alféizar de la ventana, cerró los ojos y… “se acabó”, acertó a mascullar mientras caía.

Unos pisos más abajo, un edredón con aroma a lavanda se secaba al sol sobre el tendedero. Su providencial intercesión amortiguó la caída acogiendo en su cálida espuma un súbito amago de arrepentimiento. Pese a todo, el batacazo fue de órdago. Entre dentelladas de dolor y un difuso ramalazo, Bernardo apenas pudo albergar el estupor de sentirse vivo.


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Escrito por Javier Igarrreta para ENTC - Propuesta: Se acabó


sábado, 18 de noviembre de 2023

El heredero

El tío Martín irrumpió en nuestras vidas después de muerto y de treinta años sin verlo. Un martes de noviembre la voz llorosa de la tía Soledad, octogenaria y delicada de salud, nos pedía ayuda a través del hilo telefónico. Su último hermano vivo había fallecido repentinamente. Las escasas noticias que durante décadas nos llegaron de él fueron dibujando el perfil de un ser enigmático, en el que las palabras raro y solitario resaltaban en trazo más grueso.

Enfrentarnos al vaciado del ingente y variopinto contenido de la casa de aquel familiar fue, a la par que un trabajo ímprobo, desvelar de golpe toda una vida. Sus interminables colecciones de libros y música hablaban por él. Sus fotos más antiguas nos permitieron poner cara a algunos de nuestros ancestros a los que nunca habíamos visto. Pero fue su extensa correspondencia, sacando a la luz relaciones varias e insospechadas, la que nos permitió conocerlo más en profundidad.

No dimos con la copia del testamento del que la tía aseguraba le había hablado su hermano en más de una ocasión. Apareció sorpresivamente entre las manos de un apuesto cuarentón, réplica del tío Martín en sus mejores años.


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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - propuesta: No moriré del todo



sábado, 28 de octubre de 2023

Romance

Hace tiempo que en mi pueblo ya no viven ni los muertos, un ciprés cortado en seco y unas tumbas en el suelo yacen como mudos restos del antiguo cementerio. Aún, cuando sopla el cierzo o ventisquea el invierno, se escuchan sordos lamentos, después se encarga el silencio de acogerlos en su seno.

Ya ni llegan los viajeros, olvidaron el trayecto o ellos mismos se perdieron en los recodos del tiempo. Hace poco unos rockeros, con Harleys de mil doscientos,  dieron allí con sus huesos tras un blues a ras del viento. Vestían chupas de cuero y fliparon cuando vieron por la noche fatuos fuegos danzando como esqueletos. Fingieron retar al miedo, por no tener que temerlo, y amparándose en un rezo se enredaron con un credo. Los ángeles del infierno a toda marcha se fueron,  con sus motos color negro y el prestigio por los suelos.

Sólo un viejo lugareño, quijote en su campo yermo, se hace el sueco pese al celo de un fondo buitre extranjero que ambiciona su terreno. Es muy pobre, casi ciego y con vicios muy modestos, lo suyo es contar en verso el devenir de su pueblo, para que quede el recuerdo.


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Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: La eternidad.





miércoles, 20 de septiembre de 2023

Armonía familiar

Cuando Rosalía se quedó embarazada inesperadamente, la noticia en la familia fue un mazazo. Carmen criticó duramente la conducta de su hija menor, tildándola de casquivana y desvergonzada, llegando incluso a decir que se alegraba de que el abuelo estuviera muerto, porque así se libraba de sufrir semejante deshonra en su propia casa. Más vale que Ángeles, siempre generosa con su hermana,  así como Juan, el buenazo de su marido, se encargaron  de quitar hierro al asunto, mostrando todo su apoyo a la futura madre soltera.

Hoy la familia está reunida en casa de la abuela, últimamente delicada de salud. Rosalía contempla a su madre, ¡cómo le gustaría hallar en su mirada un poco de comprensión! ¿Y si le contara de una vez la verdad?

Ángeles disfruta viendo jugar a Ángela, su pequeña, con Rosita, su sobrina. No hay primas en el mundo más unidas.

Juan, observando la armonía familiar, piensa en que a veces la ignorancia, con toda la mala prensa que lleva, es el estado óptimo al que pueden aspirar algunas personas para ser felices. Incluidas sus dos hijas.


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Escrito por Juana Igarreta para ENTC - Propuesta: Más vale tarde que nunca

Mano de santo

Sentada ante el tocador, Amelia examinaba, como cada noche, aquella manchita de aspecto zoomorfo que según el abuelo añadía personalidad a su cara. La crema que mamá había traído de Polonia no acababa de hacer honor a su milagrosa fama, y Amelia comenzaba a perder la fe. El abuelo solía decir que mezclar las creencias con la química podría acarrear efectos imprevisibles. Pero Amelia quiso dar un voto de confianza al producto. Antes de acostarse se aplicó una cantidad generosa de pomada, y masajeó religiosamente su problema. Con la vista fija en el espejo, contemplaba el incipiente declive de la tersura de su rostro. Ni siquiera se percató cuando fue absorbida por su propio reflejo. Una vez reducida a pura imagen y transferida al núcleo especular, quedó inmersa en un difuso limbo de azogue. Merced a la acción solidaria de antiguas miradas, cautivas en el lado oculto de la luna, se vio liberada de su original mancha. Una imprescindible vuelta de tuerca le permitió salir del trance, poniendo las cosas en su sitio.

Cuando su madre la vio surgir del cristal reflectante, monda y lironda, no se lo podía creer. El abuelo no paraba de hacerse cruces.


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Escrito por Javier Igarreta para ENTC - Propuesta: Más vale tarde que nunca