Sin miedo a ser sorprendidos en flagrante redundancia, hacían el amor al amor de la lumbre. Su reverdecida pasión formaba un tándem perfecto con la reseca leña de encina. Las llamas devoraban la madera, cual hambrienta carcoma ígnea. Mientras las líneas de fuego dibujaban filigranas en ardiente clímax, un inoportuno desequilibrio en la fogata provocó el descabalgamiento de un tronco que, reducido a pura brasa, impactó en la base metálica del fogón. El ruido, casi estruendo en el silencio de la noche, tuvo la virtud de enmascarar la exagerada expresividad de los amantes. El abuelo, que dormía a pierna suelta despertó sobresaltado, a punto de conquistar el Gurugú. Irrumpiendo en la cocina, con calzoncillos largos y un gorro frigio, les arengó con ínfulas de mariscal de campo, calificando de arriesgadas sus fogosas maniobras. Obligados a un alto el fuego, optaron por una prudente retirada. Antes de que el abuelo se explayara contando su larga trayectoria bélica, hallaron en el desván una trinchera segura donde continuar su particular guerra de guerrillas. Un viejo catre y dos pesadas mantas palentinas fueron suficiente bagaje. Una vez ganada la posición dieron rienda suelta a su estrategia.
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Escrito por Javier Igarreta para ENTC . Propuesta: Amantes/Dementes
El inspector Davis acudió puntual y ansioso a la cita a ciegas. Al parecer, tener una doble vida le daba margen para jugársela. Al entregarle la carta, la camarera esbozó una sonrisa ambigua, que aliñó con una jugosa observación al oído. Aquello rebajó su sexto sentido al nivel de instinto primario. En todo caso, suficiente para calificar con notable alto el vinazo que acompañaba los entrantes. Para cuando llegó el asado la botella estaba exangüe y los ojos le hacían chiribitas. Convencido de que lo mejor estaba por llegar, aceptó tomar el postre en un reservado.