jueves, 31 de diciembre de 2015
jueves, 24 de diciembre de 2015
Una inmensa oquedad
Una noche más, tras cantar una nana con voz susurrante, entornará
suavemente la puerta de la habitación del hijo para no interrumpir su
sueño. El sueño de una madre efímera que desea, estérilmente, llenar esa
inmensa oquedad que un aciago día se adueñó de la cuna y de su vida.
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domingo, 13 de diciembre de 2015
Un helado amargo
Van a ir a comprarse un vestido nuevo y un helado cualquier
día de estos, le viene diciendo su madre cada vez que la visita en la
residencia. Con el helado no hay problema, aunque el último que tomó le supo
amargo, ya que se lo estampó su madre en la cara cuando le confesó su secreto.
Pero, lo del vestido… Y mira que cada vez que habla con ella, con voz cada vez
más varonil, le advierte: “Mamá, ya no soy Carla, ahora soy Charly”.
sábado, 28 de noviembre de 2015
Para vestir santos
Las besa con suma conciencia para no equivocarse cada una de
las estampas que celosamente guarda en su mesilla de noche: la de Santa
Apolonia, para que no le produzcan rechazo los nuevos implantes; la de Santa
Lucía, para que le permita distinguir, a través de la mirilla, qué tipo de
acompañante trae a su casa cada noche la turbia vecina de enfrente; la de San
Roque, para que le evite cruzarse por la escalera con los apestosos inquilinos
del tercero, de piel oscura, venidos vete a saber de dónde.
La estampa de San Antonio, ayer, la hizo trizas.
![]() |
Imagen de internet |
sábado, 14 de noviembre de 2015
Participar a pesar de todo
Juan no estaba en su mejor
momento. A pesar de todo, decidió participar en la San Silvestre Salmantina.
Al inicio de la carrera,
atravesando el Paseo de San Antonio, una secuencia de imágenes negativas
ocupaba su mente, actuando como un lastre que agarrotaba sus músculos. Respiró
profundamente y siguió avanzando. Trató de poner orden en sus pensamientos:
consideró que su ruptura con Laura era lo mejor para los dos; recordó la
enfermedad de su padre, y se propuso acompañarlo en esa dura etapa; y en cuanto
al largo y tedioso paro, pensó que tal vez con el nuevo año se abrirían para él
las puertas del mercado laboral…
Cuando, exhausto, con torpes e
irregulares zancadas logró completar el recorrido entrando de nuevo en el Paseo
de San Antonio, unos gritos de ánimo envueltos en aplausos le sacaron de su
ensimismamiento.
Había llegado el último. Pero él
sabía que había ganado.
Participar, a pesar de todo
Juan no estaba en su mejor momento. A pesar de todo,
decidió participar en la San Silvestre Salmantina.
Al inicio de la carrera, atravesando el Paseo de San Antonio, una
secuencia de imágenes negativas invadía su mente, actuando como un
lastre que agarrotaba sus músculos. Respiró profundamente y siguió
avanzando. Trató de poner orden en sus pensamientos: consideró que su
ruptura con Laura era lo mejor para los dos; recordó la enfermedad de su
padre, y se propuso acompañarlo en esa dura etapa; y en cuanto al largo
y tedioso paro, pensó que tal vez con el nuevo año se abrirían para él
las puertas del mercado laboral.
Cuando, exhausto, con torpes e irregulares zancadas logró completar el
recorrido entrando de nuevo en el Paseo de San Antonio, unos gritos de
ánimo envueltos en aplausos le sacaron de su ensimismamiento.
Había llegado el último. Pero él sabía que había ganado.
- See more at: http://www.sansilvestresalmantina.com/concurso-micro-relatos-publicados.php#212
Participar, a pesar de todo
Juan no estaba en su mejor momento. A pesar de todo,
decidió participar en la San Silvestre Salmantina.
Al inicio de la carrera, atravesando el Paseo de San Antonio, una
secuencia de imágenes negativas invadía su mente, actuando como un
lastre que agarrotaba sus músculos. Respiró profundamente y siguió
avanzando. Trató de poner orden en sus pensamientos: consideró que su
ruptura con Laura era lo mejor para los dos; recordó la enfermedad de su
padre, y se propuso acompañarlo en esa dura etapa; y en cuanto al largo
y tedioso paro, pensó que tal vez con el nuevo año se abrirían para él
las puertas del mercado laboral.
Cuando, exhausto, con torpes e irregulares zancadas logró completar el
recorrido entrando de nuevo en el Paseo de San Antonio, unos gritos de
ánimo envueltos en aplausos le sacaron de su ensimismamiento.
Había llegado el último. Pero él sabía que había ganado.
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