sábado, 28 de mayo de 2016

Piel de mar



La tía Yanira vivía muy lejos del mar, pero lo sentía en su piel. Todas las noches llenaba de sales su bañera y, con los ojos cerrados, se sumergía en ella.


Cuando desapareció, nadie reparó en el rutilante reguero de escamas que, detrás de su casa, llegaba hasta el río.


Imagen de Internet
Enviado a

domingo, 22 de mayo de 2016

Distancias



En esa casa no vive Mizuki Tanaka. Murió hace seis meses, rodeada de sus seres más queridos: su gato y sus geranios,—respondió la anciana con expresión de hastío—. Y cerrando con desgana la herrumbrosa puerta, desapareció tras ella.
Imagen de Internet


Cogí de nuevo la maleta y me marché. En el viaje de vuelta fui pensando en la manera más delicada de contarle a mi madre lo de la abuela. Es una mujer muy sensible.



Propuesta para Rec, frase obligada "En esa casa no vive Mizuki Tanaka". 

jueves, 19 de mayo de 2016

En diferentes hemisferios




Desde el otro lado del planeta, observó perpleja cómo su compañero Nicolás, el alumno más brillante y admirado de la clase, se hacía con el examen de matemáticas, lo fotocopiaba y recolocaba posteriormente en el cajón de la mesa del profesor.                         


Cuando Nicolás abandonó el aula, se incorporó abatida y, haciendo girar el globo terráqueo vertiginosamente sobre su eje, entendió por primera vez  que su amigo y ella siempre habían vivido en diferentes hemisferios.


martes, 17 de mayo de 2016

Mar gruesa



La pescadilla, harta de morderse la cola, mordió el anzuelo, tiró con violencia del sedal y arrastró al pescador, provocando su hundimiento. El pez grande y el pez chico cruzaron sus miradas en la lucha final. Al día siguiente bajaron los índices bursátiles, pero aumentó la amplitud de las sonrisas.

 
Imagen de Internet


miércoles, 4 de mayo de 2016

Amor en cuatro tiempos



Al amanecer, aquel primer beso iluminó sus sentidos.

Al mediodía, mezclaron caricias y sabores en perfecto maridaje de pasiones.

En el ocaso, eran dos mares de voluptuosas olas desbordándose en sus orillas.

Y ya era noche cerrada cuando, una vez pasó la tormenta del deseo, el placer se tornó sosiego.

Imagen de Internet